domingo, 31 de mayo de 2020

miércoles, 13 de mayo de 2020

martes, 5 de mayo de 2020

Una reflexión cinematográfica.


El COVID-19 nos obliga a confinarnos, y el confinamiento nos hace abrazar con más fuerza que nunca a la cultura, esto es, leer libros, ver series, películas…fue en esta última, viendo una película que daban en televisión, cuando me decidí a escribir este simple artículo.
La película en cuestión se titulaba “John Q”, si no os gustan los spoilers os recomiendo que no continuéis leyendo, así que, advertidas quedáis. En estos días hemos apreciado la labor indispensable de los sectores que hacen que una sociedad funcione: transporte, agricultura, cultura, pero, en especial, hemos valorado con rigurosa atención el trabajo de los sanitarios y sanitarias, los que mantienen la batalla biológica contra el virus.
Carteles en balcones rezan: ¡La sanidad pública no se vende, se defiende! Carteles en ventanas rezan: “en apoyo a nuestros sanitarios”, y un corazón rojo rodeando la frase. A las 20:00 horas, las personas salen a aplaudir en señal de agradecimiento a este sector, incluso en el ámbito político se empieza a hablar de “transversalidad”, cosa que, obviamente, es falsa, igual que los estudios de muchos de los que nos representan en el Parlamento. En resumen, el concepto “sanidad pública” ha llegado al ideario colectivo con bastante fuerza y aceptación, o al menos, se ha puesto en valor la importancia que merece.
Pero, ¿os habéis parado a pensar en lo que podría pasar si perdiésemos nuestra sanidad pública?
Ahora es cuando entra en escena John Q, el protagonista de la película.
El hijo de John, llamado Michael, cae desplomado en un partido de béisbol. Después de llevarle al hospital y habiendo realizado diversas pruebas se confirma que Michael tiene un problema grave de corazón, es más grande de lo normal y necesita una operación urgente.
La sanidad en Estados Unidos está controlada por el sector privado y el coste total de la operación de Michael es de 250.000 $, cifra imposible de afrontar para una familia de clase trabajadora. La gestión en materia sanitaria está dirigida por seguros privados, el problema es que el seguro de John, trabajador a tiempo parcial, no cubre la operación de su hijo. Entonces, sin dinero no hay operación, sin operación, Michael muere, así de simple y de doloroso.
¿Qué estaríais dispuestos a hacer para que operasen a vuestro hijo si no disponéis de los 250.000$?
No os contaré el final de la película, ni lo que John hace para afrontar esta situación, así os dejo analizar mejor la trama con el fin de que apreciéis por vosotros y vosotras mismas la necesidad de defender conquistas sociales como la sanidad pública.
Según la ONG Public Citizen, actualmente hay 29 millones de personas sin seguro médico en Estados Unidos y 58 millones de ciudadanos infraasegurados, es decir, aquellos que cuentan con una póliza de coberturas escasas y altos copagos, como es el caso de John.
Si Michael dispusiera de una sanidad pública el problema desaparecería al instante, debido a que la financiación es ejercida por todos y todas.
Michael, en un sistema público, tendrá derecho a que le operen su corazón tenga o no tenga recursos económicos, igual que la hija de mi vecino. Esto es un ejemplo claro de apoyo mutuo y de solidaridad entre personas.
Los partidos del ala derecha del espectro político, los que proponen medidas neoliberales, defienden una privatización parcial o total de sectores como la sanidad.
No podemos permitir que nos privaticen la sanidad, ¿sabéis por qué?
Porque debemos resistirnos a que unos pocos avariciosos se hagan de oro a costa de nuestra salud, porque colectivamente solucionamos mucho mejor los problemas que de forma individual, porque no podemos dejar a nadie abandonado a su suerte, en definitiva, porque todos, en algún momento, podríamos ser John Q.
24https://www.facebook.com/RubenHoodohttps://www.facebook.com/RubenHoodofSpain




Me gusta
Comentar
Compartir