Con la experiencia que me otorga en haber vivido cuarenta años en Argentina, me creo en el derecho de opinar, al menos a nivel de vivencias personales.
Las crisis tienen como primer efecto negativo, la perdida de la alegría personal y social, lo que va generando un estado depresivo que al principio no se nota mucho, pero va minando toda esperanza.
Por mucho que uno intente evadirse, o combatirla con una gran fuerza fe o de optimismo, el contagio es inevitable y él miedo hace el resto.
Este miedo alimenta muchas "malas ideas", normalmente se abusa de los derechos de todo tipo por los que tienen el poder, con la intención de acrecentarlo mas y por mucho tiempo.
Las crisis tienen como primer fin acrecentar la dependencia de los países que caen en ella y de los poderosos de ese país que se aprovechan de sus conciudadanos débiles.
Las crisis son un juego de poder donde las personas no cuentan.
Pero, también las personas tenemos nuestra parte de culpa, ya que cuando la vida transcurre de manera normal, dejamos pasar inmoralidades, corrupciones y despilfarros sin exigir que estos no sucedan, ni siquiera nos paramos a pensar que la fiesta del crédito la pagará el pueblo.
Dicen que la gente del pueblo es inocente y yo lo creo, votamos a un candidato con la esperanza de que nos salve y nos olvidamos, o muchos prefieren ignorarlo, que sea quien sea que gobierne, responderán siempre a los mismos principios. Ajustes y perdidas de derechos laborales y sociales para la gente del pueblo. Así fue en las cuatro crisis que viví en Argentina. Aquí se están copiando, una a una, las mismas medidas que se impusieron allá.
La crisis pasará cuando los poderosos acreedores piensen y digan..!¡bueno basta! que si apretamos más...matamos a la gallina y no nos dará mas huevos". Entonces fluirá el credito como por arte de magia y....desaparecerá la crisis.
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