Solo puedo hablar de mi, no tengo con quien compararme. Desde que tengo recuerdos he tratado de complacer, sentirme aceptada... ¡no mucho más!... que me quieran, que me amen. Esta necesidad ha movido toda mi vida y mis actos. En lo profesional y en mi vida íntima (aunque a veces no lo parece).
Que bien y cuanto daño pueden hacernos nuestros padres, por no tener en cuenta la necesidad "primaria" de cada ser humano... solo ser querido y aceptado... sin más.
Profesora: I. Gombert
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