domingo, 26 de abril de 2020
Algunas reflexiones que nos impone la cuarentena.
Dicen que en los tiempos de penurias es donde se sabe quien es quien, y muchas veces estas situaciones fuera de la rutina, que interrumpen nuestro avance tras los sueños o proyectos, nos pueden marcar de un modo doloroso o liberador, un atardecer gris o un nuevo y claro amanecer.
Todo depende de un razonamiento valiente, sincero, conformista o cobarde, y esto no es nada nuevo, la vida siempre fue así, o nos auto-engañamos o afrontamos la realidad e intentamos cambiarla si tenemos la valentia necesaria.
La cuarentena es una especie de encarcelamiento impuesto y consentido por el bien de todos, un aislamiento que a veces no es solitario sino rodeado de seres que creíamos conocer e incluso amar.
El problema es que en un aislamiento, por mucho que queramos evitarlo, solemos pensar más, mucho más que cuando la rutina ocupa nuestras horas, días, meses, e incluso toda la vida.
Entonces descubrimos que no queremos tanto a los que creíamos querer, que no soportamos muchos minutos a nuestros seres queridos, que no toleramos salir de nuestras rutinas, (por mucho que nos quejemos de ella), que a veces evitan el acercamiento con esos seres a los que amamos, un acercamiento que ahora si tenemos y que hasta hace unos días decíamos extrañar. ¿lo decíamos porque era cierto o simplemente porque era lo correcto?, ¿Actuamos y decimos porque el miedo a la verdad o la ruptura nos asusta más?
Solemos vivir por el bien de la pareja y la familia que es el núcleo principal de nuestra sociedad y sosteniendo esta, sostenemos el sistema y todo sigue funcionando y al fin y al cabo hacemos lo que se espera de nosotros, pero.. . ¿y si esto era solo un auto engaño?.
La cuarentena causará cambios, esto es para mi, innegable, pero los cambios importantes se darán en los valientes, los cobardes seguirán adelante aunque hayan descubierto muchas mentiras que creían verdades.
Dicen los libros que los musulmanes utilizan el ramadán, como un método de auto-purificación por el que aprenden a tener fuerza y paciencia y por lo tanto a conocerse a si mismos, pero nosotros no somos musulmanes y tenemos una cierta inclinación folklorica a engañarnos, tal vez porque nuestra civilización está basada en la mentira y el engaño, o porque la verdad puede ser demasiado cruel y entonces es mejor camuflarla entre mentiras.
¿Cuantos seres humanos nos animaremos en esta cuarentena a exponernos a preguntas incómodas? ¿cuántos se animarán a responderse con sinceridad?.¿Cuántos tendrán el valor de ver que su hijo/a no era lo que ellos pensaban? ¿cuantos se animarán a afirmar que ya no aman a sus parejas? ¿Cuantos tendrán el valor de afirmar...¡fui una mierda de persona!?, ¿Cuántos se sacarán el disfraz de Che Guevara y aceptaran que son una mala copia de Vargas Llosa?. ¿Cuántos tendremos el valor de aceptar que es un buen momento para saber quienes somos y que queremos?. Esta última pregunta ya justifica una cuarentena, o dos, o tres si fuera necesario.
Este tiempo de encierro solidario nos debería servir para evitar la propagación del virus y también para inventarnos un ramadan "a la carta", y espero que no desperdiciemos esta oportunidad.
José Trillo Aran
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