Quisiera describir situaciones de esperanza, pero por muy optimista que quiera ser (sin que me tilden de inocente) veo que este tiempo de corona-virus no logrará que el zorro no siga atacando gallineros ni el lobo a las ovejas. Imaginaba que la pandemia cambiara a las personas y a las instituciones, veía un futuro donde la gente revalorizara el papel del estado como eje controlador de las ideas neo-liberales, que se descubriría que el mercado no se regula solo, que es mentira que la oferta y la demanda es el camino correcto y que el capitalismo debe estar sujeto y bien amarrado para que no se desboque. En estos días hemos comprobado como las grandes farmacéuticas han chantajeado a países para entregar las vacunas, cambiando esta por recursos naturales, porque detrás de esas grandes empresas están fondos financieros a los que la vida de los humanos les importa muy poco.
Desde que comenzó la pandemia pudimos ver que algunos gobiernos se han jugado el tipo por ayudar a los ciudadanos, como intentaron ayudar a sobrellevar esta desgracia, mientras el poder del dinero y la política conservadora y cruel ponía piedras en el camino para que esa intención de protección fracase.
Después de la pandemia si sucederán cosas, pero serán las mismas de siempre. Los mediocres que necesitan seguir ganando fortunas apretarán a gobiernos débiles y endeudados. Los ciudadanos, tampoco esta vez, lograrán comprender los mensajes de los medios de comunicaciones que los incentivarán a creer que está todo bien, que los pobres deben aceptar esa condición, que las deudas de los países se deben pagar aunque estas sean el resultado de las más aberrantes presiones o negociados de corruptos, que las vacunas hay que pagarlas aunque el coste de esta equivalga al sueldo de un mes, pero... aquí me detengo un momento para hacer una aclaración, una cosa son los científicos que se desgastan el cerebro, que restan horas a su vida privada porque están obsesionados en encontrar soluciones y otra cosa muy diferente son los buitres que financian a los investigadores y que se adueñaron de los grandes laboratorios o farmacéuticas y que solo piensan en el gran negocio que será el fruto del sacrificio de los científicos.
A nivel personal, (si me permiten un símil, o dos, quizás un poco flojos, pero no se me ocurren otros en este momento) la pandemia fue como un tornado que arrasó con los árboles de raíces débiles, el viento se llevó todo y dejó separaciones, divorcios y tensiones que tarde o temprano explotarán y dejarán su carga negativa en las sociedades.
La pandemia es como esos inviernos crudos, que nos dicen con realidad despiadada como estamos preparados para soportarlos.
El virus y su propagación mundial le sacó la careta a muchos gobiernos y nos desnudó a todos, poniendo en claro quien vale y quien no.
El corona-virus nos dejó grandes lecciones de vida, veremos si aprendimos algo y podemos dejarnos llevar por el optimismo de un mundo más solidario.
Cuando pase todo esto será tiempo de recoger escombros inservibles y volver a reconstruir todo, veremos cuales ideas y creencias dejamos en el contenedor de los residuos y que valorizamos para volver a construir un futuro.
José Trillo Arán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario