Si se observa con detenimiento verá que siguen individuos con peligrosos antecedentes en el Senado, o en la segunda linea de los partidos aportando su experiencia y "dando consejos o reafirmando viejas consignas".
Lamentablemente no se le puede pedir mucho más a los partidos tradicionales, al fin y al cabo la sociedad cambió algo pero no tanto, solo con ver quienes fueron los partidos más votados, nos dá una clara idea, que el cambio se produjo en una minoría social, el resto votó por más de lo mismo.
La sociedad española quiso pero no pudo, al momento de votar le pesaron más los miedos y la tradición que la valentía de los cambios reales. Ahora con espanto muchos votantes observan como se mezclan todos en un revuelto de discusiones sobre alianzas y componendas, donde las lineas rojas no serán tan rojas, ni la reforma laboral es tan urgente, ni la educación necesita cambios radicales, ni el paro es tan preocupante como parecía. Ahora es tiempo de armar un gobierno con extraños ingredientes, pero que siga siendo una tortilla bipartidista.
En este momento de entendimientos y acomodos, todo vale, pero, lo importante para la "estabilidad" es que uno de los dos pilares del bipartismo seguirá en el poder.
Una buena lección para esos votantes temerosos que querían un río de cambios y acabar con lo viejo, pero sin mojarse la ropa.
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