Lo primero en aprender es no dejarse pisar.
La prudencia y la verdád son cosas que van
pareja,
pero si sufre y se queja; hay que saberse
quejar.
Nunca vaya con tapujos ni con mostrarios de
ablande.
El que paga; que lo mande.
Es justo y sin discusión.
Pero nunca dé ocasión a que le chupen la
sangre.
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