viernes, 23 de marzo de 2018

El padre Pedro es el Facebook del pueblo.

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 El padre Pedro es como tantos otros curas que subsisten en los pequeños poblados, y como tantos colegas atiende a varios pueblos pequeños, porque ultimamente la dotación de nuevos curas va en picada y se deben multiplicar para atender a sus fieles diseminados, pero no es este el camino de mi relato, mas bien es la función secreta que cumplen y cumplieron durante miles de años los sacerdotes de los pueblos, barrios o ciudades. El padre Pedro se entera de todo, aconseja, encamina por el sendero correcto a sus corderos de Dios, el padre es eso, el papá del pueblo y sabe tratar a cada hijo en exclusividad y sabiendo cual es el mensaje que debe dar a cada uno. El padre Pedro favorece a los buenos y sin decirlo claramente castiga con el disimulo de sus palabras calculadas a los rebeldes del pueblo, a veces con indirectos mensajes como "recemos por los hermano/as que cogieron el mal camino" y con eso mas o menos ya todo el pueblo sabe por quien van a rezar, porque si de algo saben los feligreses es eso y como en todos los pueblos del mundo, nunca falta a quien etiquetar como oveja descarriada.
El padre Pedro, como todos los curas del mundo, debe informar a sus superiores de todos los males, quejas, o esperanzas de sus fieles, por lo tanto, hacen del obispo (y este a sus superiores) un ser muy bien informado de como está el cotarro social. La Iglesia sabe desde hace siglos que la información es poder y nadie como ellos para sacarle el jugo a toda esa información. El padre Pedro es un espía.

En estos días circula por los medios un nuevo miedo, esta vez con el Facebook, se comenta que controlan los datos de los usuarios, que hacen un seguimiento de lo que publican y basados en su moral y sus reglas acordes a sus fines, prohiben a los ciudadanos que no vayan por el camino correcto. que mal ¿verdad?, pues no los culpe es un ningún nuevo método de manipulación, solo que utilicen una nueva herramienta llamada Internet. Facebook borra a todos los que no entren por el carril, a todos los que sean rebeldes y digan cosas que no se encuadren en sus "normas y buenas costumbres", pero no son los únicos, el mismo modo utilizan los diarios para seleccionar los comentarios de los lectores, este no este si, al que no encaje en la linea editorial, lo dejan comentar unos días y luego le aplican alguna clausula de las normas y nunca más le publican un comentario, además ni Facebook, ni los medios, le dan explicación alguna, simplente le responden por incumplimiento de las normas, solo les falta decir ¡y te jodes que aquí mando yo!.
Facebook y el padre Pedro tienen mucho en común, solo que uno es un espía virtual y el otro utiliza el viejo cara a cara.
Sin embargo no debe asustarse por estar controlado constantemente, para su alegría le digo que siempre lo estuvo, con Facebook o sin él, pues la policía tiene un registro de todos los empleados públicos, desde maestros a taxistas, desde choferes de autobuses hasta empleados de empresas, todos están más o menos ubicados, el policía de turno que lo atiende ante una llamada telefónica, si quisiera, pone su nombre en el ordenador y casi seguro que le aparece en la pantalla más cosas de usted de lo que usted sabe de si mismo. No hace mucho un amigo taxista llamó a la policía y sin que le dijera su nombre, el policía le respondió ¿que le pasa don Luis?, mi amigo se quedó mudo y mientras pensaba rápidamente el policía le volvió a decir ¿le sucede algo 1040? (por razones obvias, no escribo la licencia municipal verdadera). No debemos olvidar que no solo estamos controlados vía internet, también a través de cámaras de seguridad, ojos controladores que abundan más que los árboles en las grandes ciudades.
Facebook es una multinacional, como la multinacional para la que trabaja el padre Pedro, ambas se afanan denodadamente para quedarse con sus pensamientos, para encaminar su vida, para hacer negocios, para que usted piense como ellos quieren que piense, pero tranquilo/a, hay algo que todavía no pudieron evitar, el constante nacimiento de rebeldes.
José Trillo Aran.


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