miércoles, 20 de marzo de 2013

Unos gestos de bondad...

   Ojala mis enemigos hubiesen tenido conmigo la misma vara de medir que tienen los fieles con el Papa...
El Papa viajaba en el metro, igual que lo hacía yo.
El Papa pagó personalmente la pensión, como lo hacía yo cuando usaba ese tipo de hospedaje, pues sería el colmo que el Papa no la pagara, como hice yo cuando nos avisaron que los "milicos" venían para hacer una de sus redadas en los hoteles por horas de Plaza Constitución cuando Silvia y yo pecábamos algunas veces al salir del laburo...¡hijos de puta! tuvimos que salir a medio vestir con el frió que hacia y para colmo empezaba a llover y la negra que de los nervios, no se podía poner el abrigo, tuvimos suerte que el taxista pasaba por el frente del del Hotel Lima y se acordó que la criolla más linda que conocí en la vida era una carrera de mucha guita porque iba hasta Palermo..¡Subí Piba! le gritó mientras clavaba los frenos, porque vio por el retrovisor del Peugeot 403 que venía un ejercito de canas armados hasta los dientes e intuyó a donde iban. Ella me alcanzó a tirar un beso con la misma mano donde llevaba las botas que aún no se había podido calzar, yo le devolví el beso hasta que me despertó de mi ensueño el empujón de un hijo de puta vestido de uniforme "argentino y humano", porque eran épocas donde el gobierno militar impuso ese eslogan de que "Los argentinos somos derechos y humanos". Como se dice por allá, yo zafé, que en español normal sería escapé de la situación mostrando mi documento y el carnet de empleado de la Secretaría de Comunicaciones, que era el rimbombante nombre conque los milicos de turno llamaron al Correo Central donde yo era un simple pinche de oficina.
   Eran tiempos jodidos donde algunos tuvimos que rajar a Venezuela, que era el único país democrático del cono sur y donde no habían llegado, ni llegaron los tentáculos de la Operación Condor que era una asociación de todos los gobiernos militares para cazar victimas que se creían a salvo en los países vecinos, como le pasó al vasco, del que no pongo su apellido para que nadie se entere que me encamaba con su hermana. Era buen pibe, pero zurdo y peronista, nunca se supo que fue de él, pero en aquella Argentina el que buscaba sostener ideas diferentes a las del gobierno tenía pocas alternativas, o te torturaban y te dejaban que no servias ni para repuesto de loco, o te mataban, o tenías que rajar, o callarte la boca, hacerte el boludo, cerrar los ojos, hacerte el amigo y agitar la banderita al ritmo de las bandas militares, o hacerte cura, pero incluso en esto había que ser piola, una cosa era ser cura de pueblo, luchador contra el sistema, "cura comunista"o "villero" como los bautizaron los derechos y humanos, o cura de los otros, de los que sabían y no hablaban, de los que bendecían armas que matarían anti-sistemas, porque en Argentina hay tres clases de curas, los que murieron en manos de los militares como el padre Yorio, y de los otros, "los buenos", los que lucharán por lo pobres desde la inmensa riqueza del arzobispado o del Vaticano y los que no están en nada, que son como la mayoría de la gente, que pasan por la vida jugando a lo seguro...otros se la juegan, otros se hacen los camaleones y con unos gestos de bondad ya son mejores que Jesucristo. Pero...no les va tan mal el curro, ya lleva dos mil años.... ¡Hay de todo en la viña del Señor!

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