En una sociedad basada en el supuesto respeto mutuo es muy difícil no llevarse desilusiones o provocarlas, incluso aunque no haya ninguna mala intención de por medio. El uso de las palabras correctas o incorrectas dependen tanto del que las dice como de la capacidad de quienes las escucha y aquí entran en juego un montón de factores, entre ellos la sinceridad, la hipocresía e incluso el buen humor. En una entrevista televisiva el presidente de Ecuador, Correa, se dirigió a la periodista Ana Pastor y la llamó "Anita", un modo cariñoso que se suele usar en Latinoamérica y que no esconde ningún tipo de menosprecio, se notó en el tono del presidente que no había mala intención y quien, como yo, vimos esa entrevista notamos la sorpresa del presidente ante el llamado de atención de la Pastor, a la periodista no le gustó el diminutivo y se lo dijo. Esta periodista a la que considero una muy buena profesional, (de lo mejorcito que podemos ver en la tv de española), me provocó una gran desilución al confundir el modo del diminutivo cariñoso con algún tipo de desminución de su valía. Finalizada la entrevista el presidente ecuatoriano necesitó una explicación, él tampoco entendió. Ana Pastor creo que fue víctima de la persecución de otros abusos machistas que en este caso no lo era, creo que en otra ocasión ambos deben estar mejor informados, Correa debe enterarse que aquí no se aceptan ser tan frontal y natural. Ana Pastor no debe sentirse perseguida de unos términos o usos que desconoce ni cabrearse por "las dudas". Es muy difícil el uso correcto de las palabras sino escogemos las "políticamente correctas", aunque esa corrección, falsa la mayoría de las veces, nos impida reducir una distancia y ser naturales. En la España de hoy donde se intenta romper con términos machistas enquistados desde hace siglos, hay un gran temor al hablar, los hombres ya tenemos miedo de hacer comentarios, porque mas educados o menos, más instruidos o menos, seguimos dominados por el instinto sexual (y demos gracias que no desaparezca) y una mujer siempre será el llamado de la selva para nuestra parte animal. Podemos reconocer la inteligencia de una mujer, debemos valorizar sus virtudes, intentar siempre la igualdad entre sexos y corregir los fallos que la impiden, de esto no hay dudas. Un mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra... decía Benedetti con ese halo poético que lo hizo famoso, pero los hombres normales no solemos ser tan poéticos y a lo más que llegan nuestras musas es para decir "qué buena está esa tía", si lo pensamos no pasa nada, el problema es si lo decimos... y más problema si algún jeta suelta dice que lo dijimos. Los hombres en España tenemos una gran confusión, seguimos pensando que " esa chavala tiene un culo de premio Nobel", pero decimos "esa chica es muy inteligente", y aunque las dos cosas sean ciertas, la primera la debemos callar para no ser machistas o mal educados. Y debemos ser correctos, de eso no hay duda. Pero el problema sigue vigente por mucho que lo intentemos esconder con palabras correctas, somos animales sexuales que al ver venir una figura femenina la imaginamos desnuda y con una claridad que nos alumbra... y nos enciende el troglodismo ancestral y hay que ser ¡muy macho! para no ver un físico intermitente con la sirena a todo volumen que se acerca y más valiente todavía para no girarse y ver si lleva las luces traseras encendidas.(¿qué estoy escribiendo? ¿compararlas con un coche?, bueno, que se enteren, hay dos cosas mas importantes que ellas, un buen coche y el fútbol..)Yo no me imagino a ese super hombre que al ver llegar esta fuerza arrolladora de la naturaleza femenina piense... ¡que inteligente eres niña!.
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