viernes, 16 de agosto de 2013
Carta de amor suburbial.
Lo tuyo es serio, entrás en mi vida sin permiso, me revolvés toda la
casa, me pateas el tablero y yo como un servil alfil te festejo, te
aplaudo, y me vuelvo loco por tu locura y así como llegaste te vas al
carajo... y me dejás el corazón hecho un quilombo y los pensamientos
desacomodados, venís te reís de mi y de mi vida y decís que la risa que
te causo te hace feliz y yo me payaséo full time y entonces no decís ni
hasta luego y te vas como viniste, y viniste sin decir ¿puedo entrar?
que es lo menos que se puede decir cuando se entra en una casa y así te
fuiste sin decir "chaú viejo..gracias por todo". Lo tuyo no es amor es
mala educación.
Viniste sin que te llame, me llenaste la casa de aroma a ilusión, a perfume de mujer, a hembra en celo mas loca que una cabra, me atropellaste con tus caricias de todo a cien y ahora que le estaba tomando el gusto a tus rayes, ¿te vas? y me quedo con este extrañarte de todo a millón.
Entraste en mi vida con tus oídos ansiosos de palabras lindas porque habías leído a Isabel Allende que aseguraba que ese era el verdadero punto G, y yo me convertí en un aprendiz avanzado de Benedetti, en un Galeano, en un Cortazar en Gabi, en Fofó y en Miliki todo a un tiempo y compactados... y así como así... te pasaste unas vacaciones de risas y poesías, lo tuyo no es amor ¡es turismo emocional!
Lo triste es que ahora le tomé el gusto a esas locuras, tan bien que estaba yo sin amor y sin olvido, y ahora por mucho que acomodo las piezas, al ver el ajedrez en orden lo tengo que patear porque el quilombo de las piezas desparramadas me resulta más atractivo, más artístico, y ahora que estoy volteado como el rey y las torres son inútiles piedras horizontales, me siento carne de cañón como los pobres peones, un daño colateral de tu locura.
Y acá estoy, sin poderte llamarte por miedo a que no vuelvas, o que vuelvas y te vayas otra vez, porque ahora la soledad ya no es libertad, es agonía, y mi casa no es mi casa es apenas un encierro sin ventanas, un maldito cascarón de recuerdos lacerantes. Y acá sigo sin saber porque viniste...
Y te digo que me banco el recuerdo y el aroma que dejaste en todos lados, te perdono esas caricias y los besos pasajeros y todas las palabras que dijiste, ¡te lo perdono todo!, incluso que te hayas ido fresca y liviana como la brisa, y ahora que te digo esto, descubro que es lo que más me jode...¡sos un fresca! y se porque lo digo... la próxima vez llevate la braga que dejaste a secar en la mampara de la ducha.
Lo tuyo no es amor, ni calentura, lo tuyo...¡es sadismo!...¡bruja!
José Trillo Aran
Viniste sin que te llame, me llenaste la casa de aroma a ilusión, a perfume de mujer, a hembra en celo mas loca que una cabra, me atropellaste con tus caricias de todo a cien y ahora que le estaba tomando el gusto a tus rayes, ¿te vas? y me quedo con este extrañarte de todo a millón.
Entraste en mi vida con tus oídos ansiosos de palabras lindas porque habías leído a Isabel Allende que aseguraba que ese era el verdadero punto G, y yo me convertí en un aprendiz avanzado de Benedetti, en un Galeano, en un Cortazar en Gabi, en Fofó y en Miliki todo a un tiempo y compactados... y así como así... te pasaste unas vacaciones de risas y poesías, lo tuyo no es amor ¡es turismo emocional!
Lo triste es que ahora le tomé el gusto a esas locuras, tan bien que estaba yo sin amor y sin olvido, y ahora por mucho que acomodo las piezas, al ver el ajedrez en orden lo tengo que patear porque el quilombo de las piezas desparramadas me resulta más atractivo, más artístico, y ahora que estoy volteado como el rey y las torres son inútiles piedras horizontales, me siento carne de cañón como los pobres peones, un daño colateral de tu locura.
Y acá estoy, sin poderte llamarte por miedo a que no vuelvas, o que vuelvas y te vayas otra vez, porque ahora la soledad ya no es libertad, es agonía, y mi casa no es mi casa es apenas un encierro sin ventanas, un maldito cascarón de recuerdos lacerantes. Y acá sigo sin saber porque viniste...
Y te digo que me banco el recuerdo y el aroma que dejaste en todos lados, te perdono esas caricias y los besos pasajeros y todas las palabras que dijiste, ¡te lo perdono todo!, incluso que te hayas ido fresca y liviana como la brisa, y ahora que te digo esto, descubro que es lo que más me jode...¡sos un fresca! y se porque lo digo... la próxima vez llevate la braga que dejaste a secar en la mampara de la ducha.
Lo tuyo no es amor, ni calentura, lo tuyo...¡es sadismo!...¡bruja!
José Trillo Aran
¡Me encanta esta carta de amor! No leí tu novela, pero prometo que lo haré.
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