Temer y su grupo de secuaces, no permiten que la gente se queje y que el mundo se entere. Brasil retrocede en sus valores democráticos, a sabiendas que cuentan con el apoyo total de EEUU los nuevos piratas del poder, comienzan a aplicar medidas dignas de una dictadura. Los juegos olímpicos sirven de cortina de humo para invisibilizar no solo la destitución de Dilma, sino también los despidos de jueces y funcionarios. La represión policial y el desmantelamiento del débil estado del bienestar social que comenzaba a dar sus frutos, es el primer objetivo. EEUU recupera para sus empresas un mercado de doscientos millones de habitantes, sin la competencia de China, Rusia, India o Iran, que iban logrando un ascenso comercial en aquel país. Otro objetivo de este usurpador es acabar con el Mercosur, una unión comercial muy mal vista por EEUU. Lamentable presente para Brasil y toda la zona de influencia.
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