sábado, 18 de agosto de 2012

El tiempo corre veloz...

A veces me sorprende ver a gente joven, casi niños, cansados y aburridos y moviéndose con desgano como si no quisieran vivir. No los comprendo tal vez porque hace mucho que fui joven, y no recuerdo aquella manera de pensar que seguramente se parecería mucho a estos jóvenes a que me refiero. Los que tenemos muchos años y además gozamos de buena salud, toda una fortuna que se de esta combinación, deseamos que el tiempo no pase, y pasa, cada vez con más rapidez, tal vez porque ya sabemos que estando jugando el último tiempo del partido y en cualquier momento el arbitro pita el final.
Pero es que hay tanto por hacer, tanto por conocer y ver, tanto que uno no quiere que el tiempo pase. Se que soy un elegido por estar vivo, a lo largo de la vida fuí viendo o enterandome de que seres humanos mejores que yo, más valiosos, ya se han ido, ¡con tanto por hacer!
¿Será por eso que cada mañana al despertar me siento tan feliz de estar vivo?
Tal vez no entienda a ese gente que no se alegran de estar vivos, aunque lo prefieren a estar muertos, pero no lo demuestran con los hechos.
Ver amanecer cada día ya es un regalo. Tal vez yo lo aprecie más al ver que después de un tremendo accidente de tráfico otros murieron y yo sobrevívi y sin heridas serias, tal vez haya que estar cerca de la muerte para agradecer la vida, tal vez ese sea el secreto, apreciar el tiempo porque queda menos, es valorarlo más.
De todas formas es penoso que tengamos que apreciar algo por circunstancias adversas, no sería  justo no agradecer un plato de comida por no a ver conocido el hambre, ni desvalorizar el amor porque aún no nos enamoramos, ni dejar de apreciar un fuego cálido por no conocer el frio...¿es que todo lo tenemos que aprender así?.
Ahora ya tengo la repuesta, los jóvenes no valorizan la vida como debieran, no actuan con ganas, estan desconformes y aburridos, simplemente porque la vida aún no les enseñó a valorar la ausencia de las cosas buenas.