Lamentablemente el día Internacional de los derechos del Niño pasó desapercibido en España, un día que servía para recordar nuestros deberes sin hacer en el mundo, y también aquí, donde ya tenemos 2.800.000 de niños con serios peligros de exclusión social y al borde de la desnutrición crónica, ambas desgracias que no solo afectarán a las víctimas sino a toda la sociedad. Los grandes medios dedicaron sus mejores espacios a comentar, dolidos y serviles, sobre la muerte de una señora duquesa que no hizo nada para merecerlo y que su única virtud fue vivir la vida como se le dio la gana, cosa muy fácil de lograr cuando se nace y se vive "con todo el dinero".
La España oficial se rindió ante este "baluarte de la Humanidad", pilar básico para la sociedad española que gracias a su legado vivirá mejor, más allá de esta burla que me nace del fondo de las tripas, siento un gran dolor, real y sincero, al ver como no solo la "casta monárquica" llora su muerte, sino también parte del pueblo "de a pié", "los espaldas mojadas" como usted o como yo, el pueblo que suda por cada moneda para llegar a fin de mes con cierta dignidad. Esta señora nos recordaba a cada momento que ella era una rebelde que gustaba hacerse ver en lugares comunes, que compartía con la plebe su gusto de ir al cine, de demostrarnos que a pesar de los millones y millones era buena gente y que era igual que nosotros...¡y los pendejos se lo creyeron!. Y muchos que no se enteran que esta casta sigue queriendo que nunca cambie nada, que nos intentan convencer que en el mundo siempre debe haber caciques de sangre azul e indios anónimos, aunque aquellos no hagan nada por merecerlo y estos lo pongan todo. En cierto modo no es para enojarse con los espaldas mojadas, al fin y al cabo vienen siendo educados para eso...¡desde hace siglos!, eso de admirar, de arrodillarse y enamorarse del secuestrador no es solo un síndrome, es el único modo de vivir que conocen y aceptan muchos millones de españoles que ya lo traen en los genes.
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