Tte. Luis Gonzalo Segura.
Los soldados no son perros ni los tenientes coroneles, marqueses
Aquí podemos ver las fotografías que nos mandan miembros de una unidad de Infantería de Marina en la que se pueden ver gusanos o moho en las latas de comida, las cuales pertenecen a las raciones de alimentación de las Fuerzas Armadas y se puede observar que caducan este mismo mes de noviembre. “Nos dan la comida caducada o a punto de caducar, con moho y con gusanos… pero llevamos 41 días de maniobras desde septiembre y casi sin parar desde junio”. Este tipo de hechos son difíciles de comprender para aquellos que sean ajenos al mundo militar y por eso los infantes lo aclaran: “nos dan comida caducada porque así pueden canjearla a coste cero como si se hubiera tirado pero nos cobran 22 euros al día por la comida”. Denuncian que nadie sabe dónde va ese dinero que les cobran. Por el contrario, los soldados reciben ahora el mismo dinero (unos noventa euros) por 40 días de maniobras que antes de la crisis por 5, debido a “diversas triquiñuelas” que tampoco conocen ni comprenden.
La situación para ellos –entiendo que para cualquiera-, es escandalosa y lo peor es que el mayor problema para la cúpula militar no es que los soldados sean tratados de forma infame e indigna, sino que se sepa públicamente. Por ello intentarán cerrar este blog sea como sea o desprestigiar al que, entrada tras entrada, informa sobre las duras condiciones de la vida militar…
Estos infantes se quejan también del bajo número de efectivos que son, del asfixiante ritmo que llevan (maniobras, guardias o jornadas prolongadas que no se les pagan) o que se producen otras irregularidades como tiendas de campaña en mal estado que les han obligado a dormir al aire libre. No comprenden que siendo soldados de élite se les trate de esta forma.
En este tétrico panorama, el JEME D. Jaime Domínguez Buj explicaba por carta que el mundo militar es maravilloso o algo parecido y de paso venía a decir que todo lo que se cuenta de las Fuerzas Armadas -lo negativo- es falso. En ella, ni corto ni perezoso, afirmaba que si “sois testigos de alguna actitud que no responda a lo que de nosotros se espera, os animo a que utilicéis los cauces de los que el Ejército siempre ha dispuesto, en la seguridad de que inmediatamente será investigada para corregirla y, si corresponde, sancionar a su autor”. Supongo que no se referirá a cuando el Teniente Coronel Ayuso llamó bastarda a la Constitución o renegó del Rey (sin una triste falta leve) ni al teniente coronel absuelto por gastarse 92.000 euros en reformar su pabellón…
Hablando de pabellones, se ve que es una costumbre muy militar esa de llegar como nuevo jefe a un destino y redecorar tu vida a lo IKEA. Además, mola mucho. De redecorar viviendas saben mucho los componentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de Valencia, ya que realizan unas tareas que no consideran adecuadas a lo que se supone de ellos. “Acaban de nombrar a un teniente coronel jefe del batallón y nos tienen trabajando de obreros y reformándole el chalet que le han asignado”. Tal es la situación que nos han enviado fotos al respecto (como las que se pueden ver aquí), para que se vean a los vehículos militares trabajando en el chalet. No terminan de comprenderlo y se sienten frustrados porque estos comportamientos están a la orden del día y la mayoría de los militares son personas honradas.
Eso sí, me cuentan que el chalet está quedando muy bonito… Unos veinte soldados han estado trabajando en la vivienda del teniente coronel, para lo que han utilizado maquinaria del batallón (excavadoras, grupos electrógenos, etc.). Cuentan que le construyen una pérgola, le cambian las tuberías, le arreglan la cisterna, etc. Por si fuera poco, su oficina también la están remodelando ya que están forrando las paredes a media altura de madera, cambiando de muebles, etc. Lo delirante es que esto se produzca cada tres años que se cambia de jefe de batallón y que seamos muchos los que lo hayamos visto.
En mi mente –poco maravillosa-, no termina de entrar el motivo por el que soldados de una unidad trabajan en el chalet de su jefe (tanto que espero que no sea así y haya una explicación razonable), ya que si tales obras han sido autorizadas, entiendo que existirá una partida presupuestaria para las mismas, una empresa adjudicataria y no será necesario que los soldados se dediquen a tales menesteres. Sobre todo, porque se trata de zapadores, pertenecientes al arma de Ingenieros y, por lo poco que he conocido las Fuerzas Armadas, entre sus cometidos no está el diseño interior ni la albañilería o fontanería, como entre el resto de especialidades no está el coger un plumero, una escoba y una fregona cuando ya no queda dinero para pagar la contrata de limpieza o ésta no paga a sus trabajadores/as, motivo este último por el que el ministerio de Defensa ha sido denunciado recientemente.
Sé que puede resultar muy atrevido por muy parte, pero creo que ha llegado el momento de detener esta infamia, tratar a los soldados de una forma digna, que no es de otra forma que como a cualquier otro profesional, otorgarle la posibilidad de tener sindicatos (se ha publicado hace pocos días una sentencia favorable en este sentido del Tribunal Europeo de Derechos Humanos o TEDH), concederle la libertad de expresión (que el TEDH ya ha concedido a los militares en sentencias del año 1994 y anteriores) y dotarle de la categoría de militar de carrera. Es indudable que es un beneficio para los soldados pero, sobre todo, para toda la sociedad ya que a mayor precariedad laboral, mayores abusos, corruptelas y privilegios existirán. Es muy probable que lo manejables que resultan los soldados mientras son temporales esté en el fondo de este trato degradante con el que se les recompensa por su duro día a día.
Ha llegado el momento de terminar con las clases sociales en el Ejército porque ya no es tiempo de perros ni de marqueses, sobre todo, porque esta sociedad medieval le cuesta mucho a los ciudadanos… ¡40.000 millones de euros!
(Es copia de lo publicado por el diario Publico.es)
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