sábado, 12 de septiembre de 2015

Tu vives la realidad... ¿o eres un producto de la tele?

La tele es como Dios y por mucho que algunos intenten negar su influencia, o no les agrade esta comparación tan atea y descarnada, es la pura realidad. La tele es un instrumento al servicio de la mediocridad y transforma con sus machacones mensajes la vida de las personas, nos cuenta como viven los que saben vivir, que productos y que marcas consumir para tener cuerpos sanos en mentes atrofiadas pero que se ven atractivamente bien y saludables, aunque vacías de personalidad e ideas. A través de la sociología y el marketing, nos van creando necesidades de consumo y pensamiento... ¡si tienes este auto eres un triunfador! te repite una y otra vez y tu mente adormecida por la droga del consumo, asocia sin que entender que la "mina" despampanante que está junto al auto también será tuya, en un 2x1 imaginario que te monta el subconsciente. Si te quedaba un poco de auto crítica que te hacía volver a la realidad diciendote "eres un idiota sin auto,o con él", la tele se encargará de que te veas guapo y triunfador y mandes a tomar por....saco, a ese molesto sentido del análisis que te empujaba a ser mejor como persona. pero sería injusto culpar solo a la tele, al fin y al cabo ella es solo el producto de viejas enseñanzas como..."tanto tienes tanto vales" que nuestros "sabios" antepasados nos inculcaron como pilares de la sociedad. Cualquier individuo, sin necesidad de un raciocinio crítico, ni estudios previos, ni experiencias vividas podía decír sabias palabras que serían como un mapa de carreteras por donde debían circular las nuevas generaciones. ¡Eran verdades incuestinables!. Es lógico de entender que estas mentiras se sigan sosteniendo, por muchas razones, entre ellas que deben vender autos, no sería muy lógico decir "con el auto igual serás un gilipollas... pero con cuotas a pagar"... ¡compra este auto pero la rubia despampanante no te dará bola....porque eres un gilipollas!.
Y ahí vamos como borregos al matadero...
Las mujeres compran cremas mágicas que les quitaran las arrugas del tiempo y de las penurias que pasaron.
Los jóvenes se gastarán un pastón para eliminar los granos de la pubertad.
El obrero se hipotecará para tener una casa en un barrio que no es de obreros.
Los viejos nos gastamos dinerales en gimnasio para demostrarnos y demostrar que podemos con las jóvenes.
Las madres seguirán criando a sus niñas y llamándolas princesas.
Los gilipollas aplaudirán al ladrón que viste bien y tiene buenos coches y minas despampanantes, aunque sepa que la mina es una relajada que lo cambiará a la primera oportunidad por otro ladrón mas ambicioso y con mejor auto. Pero hasta los ladrones necesitan creen en las mentiras.
Y así vivimos mintiéndonos y dejando que nos mientan. Pero lo malo es que hasta las buenas películas tienen un final, y este en la vida real no suele ser un "happy end", sino más realista y a menudo más cruel. Al final de la vida nos encontramos conque vivimos del cuento y para el cuento y sentimos una desazón que ya no tiene solución, que nos engañaron de la A hasta la Z, y que fuimos un producto, un dócil producto sin personalidad, ni rebeldía, ni auto estima, qué fuimos cómplices de muchas cosas, por idiotez, dejadez o ignorancia, o lo peor... ¡por cobardía!.
Para muchos, más mediocres que yo o usted, mi vida o la suya no valdrá gran cosa, pero no se amilane por ello, seguramente habrá leído eso de... "bruto culto... dos veces bruto" y la sociedad necesita de esos brutos cultos, los necesita para que nada cambie, pero sino tiene brutos con títulos, necesita brutos con dinero... lo importante es que aquello "de tanto tienes tanto vales", siga vigente.
Sin embargo las sociedades se mantienen medianamente vivibles gracias a esas personas que no compran esos falsos espejitos de colores, los que siguen siendo ellos, con sus virtudes y defectos, con los que aman a otros por lo que son y no por lo que tienen....y los que no se venden... ¡esos son los valiosos!, los que no se venden, porque venderse es otra forma de putearse y a mi me da igual una persona que cobra por sexo, que otra que se casa por dinero o conveniencia. o que cambia de valores según sople el viento.
la tele no nos miente, solo se aprovecha de la mediocridad de nuestra vida.
JTA

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