Está muy claro, sin embargo no lo vemos, es evidente que en el mundo, con rara excepciones se impone la idea de que perdure el más fuerte y el resto de los humanos son material de desecho...¡a joderse! como solemos decir entre amigos. Es la selección natural del más fuerte, lo que nos viene a decir que por mucho traje y corbatas de seda, por muchos títulos universitarios y otros adornos que nos impongamos como florituras sociales no somos mejor que los animales, donde se impone la fuerza y no solidaridad, donde la razón de unos se impone a mordiscos y golpes, aunque estos se disimulen en intrincadas teorías donde se aprovechan todos los avances de la ciencia y el conocimiento de la mente humana. La idea es una sola y extremadamente cruel, una sociedad reducida de dirigentes y elegidos y el resto "desecho del capitalismo". No es muy difícil de comprender esto, basta con ver, como ejemplo, como se componen los grandes conglomerados humanos en las ciudades importantes, un microcento de lujo que se hace conocer como "la city" y un cinturón de miseria en crecimiento constante, promovido desde el poder donde se busca que los ricos puedan estudiar y prepararse para seguir dirigiendo el poder. Esta es la idea que aprovecha el gobierno del PP en España, con el pretexto de la crisis aprovechan a recortar posibilidades de igualdad y fomentar la mejoría de unos pocos en favor de las mayorías, pero esto no es una originalidad de este gobierno, es la moda mundial, el proyecto mundial de un capitalismo sin controles ni frenos, Rajoy y su equipo no son otra cosa que serviles lacayos del sistema que se impone, un sistema que, tarde o temprano, está destinado a morir, pero que lo hará "cuando ya no se pueda más", cuando los miles de millones se revelen y reclamen por la fuerza la dignidad que ahora entregan, en muchos casos, con su voto. Sin embargo ya sabemos por experiencias anteriores que deberán morir muchos millones para que haya un reacción. Las alternativas son solo dos, o cambia el sistema o las mayorías vuelven a la esclavitud, al hambre y a la indignidad, que es peor que la muerte.
José Trillo Aran.
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