Teresa, la dominicana.

El destino barajó sus cartas y a la pobre Teresa le tocaron las cartas que nadie quiere, de entrada nomas ya nació hija de dos campesinos analfabetos, negros para mas desgracia, en un bohio de mala muerte con techo de palma y paredes de caña y barro seco, con pisos de tierra compacta y lisa de tanto de regar y barrer. Ya de pequeña supo lo que era trabajar mucho antes de enterarse que había escuelas y del servicio a sus padres pasó al de un marido y de un día para otro dejó de jugar con la única muñeca de segunda mano que tuvo y jugó a ser mamá con de dos críos, todo había cambiado muy rápido de niña a mujer y ella sin enterarse, hasta que un día descubrió que allá lejos, al otro lado del mar le pagaban un buen dinero para hacer lo que ella hacía gratis desde niña, junto como pudo durante dos años el dinero necesario y subió a un avión que la trajo a Madrid, era la época de las vacas gordas cuando los españoles necesitaban mano de obra y no andaban con tanto remilgo a la hora de dejar entrar a quien quisiera y Teresa se instaló como una inmigrante ilegal, una más, que venía con un sueño y estaba dispuesta a trabajar duro. Y así lo hizo. Limpio culos de españoles a los que sus hijos no atendían, planchó por horas, limpió casas y educó a niños de españoles que no la valoraban pero si le dejaban a ella la educación de sus hijos. Teresa viajó a República Dominicana como hace cada dos años porque toda su vida es trabajar para pasar un mes con sus hijos y sus padres, dejarles los ahorros acumulados y volver para seguir planchando por horas.
-¿Como encontraste tu país Teresa?-
-Mal don José...muy mal, cada vez peor-
- Bueno, los informes dicen que el país progresa...-
-No lo sé, de esos informes no entiendo, yo solo sé que cada vez hay mas pobres, mas delincuencia y no hay luz eléctrica sino unas horas al día y que la vida no vale nada, te matan pa robarte un par de zapatillas.-
    Y así siguió, contándome miserias que para ellas son nuevas, pero no para mí que recorrí buena parte de sudamérica.
    Y nada cambia, en el centro, el sur o el norte, latinoamérica es una sola al momento de sus miserias, porque no cambian los gobiernos que solo piensan en gobernar para el veinte por ciento de los ciudadanos ricos y las grandes empresas internacionales, y no cambian los gobiernos porque no cambió la educación de los pueblos y no cambiará porque la gente que es victimizada no piensa, tal vez porque nunca le enseñaron a pensar  y si a rezar mucho, y aunque lleguen a gobernar por un tiempo otros gobernantes con diferentes ideas, no duran mucho, nunca pueden finalizar los procesos de cambios sociales necesarios, no los dejan, el dinero les serrucha el piso, o los dejan sin víveres esenciales, o los tumban con un golpe militar disfrazado de legalidad como pasó en Paraguay, o la CIA se empeña en matarlos con enfermedades incurables, que son siempre menos llamativos que unos tiros o un alzamiento militar de "vendepatrias" tipo Pinochet. Y nada cambiará por que la misma gente es esclava de su ignorancia y porque no decirlo de su cobardía y su pasotismo, ahora se intentan algunos cambios en latinoamérica y la misma gente que se cree de clase media, pero solo es una creencia, porque en realidad son obreros, empleados, maestros u oficinistas, todos dependientes de una nómina, pero les agrada pensar de que son inmunes por ser de pensamientos capitalistas, blancos descendientes de europeos que imaginan un mundo que nunca será para sus países, unos "medio pelo" con mentalidades de ricos capitalistas que aún no entienden que sus países son atacados constantemente para ser expoliados y por mucho que se nieguen en aceptarlo ellos no son otra cosa, que pobres victimas al igual que a los que creen inferiores, que no se dan cuenta que ellos son cómplices que agitan la bandera de las rayas y las estrellas, o de la UE, que la libertad de comercio suena muy bonito pero es una gran mentira donde el intercambio siempre favorece al país rico, y ellos defienden esas ideas.
   No están atentos a nada, ni siquiera al mensaje que el Papa Francisco tiró al aire como quien tira una semilla y se germina que germine, pero difícilmente él haga algo más, este sistema económico nos está llevando a la ruina, nunca será factible ninguna mejora del pueblo raso, mientras se gobierne solo para una clase social privilegiada, y eso es el capitalismo actual, donde no vale la gente sino las ganancias de las grandes empresas, donde se recortan derechos para que cada día seamos mano de obra barata y desechable, más maquinas de carne y hueso. No son los pobres los culpables, son los individuos de la clase media que para arrimarse a los ricos, o parecerse a ellos, les hacen la pelota, a tal extremo que prefieren que sus vidas y las de sus descendientes, sigan dependiendo de cantos de sirena, que es como pedirle al zorro que cuide el gallinero.