Rajoy apuñaló a la clase media
“En este mundo no hay nada cierto
excepto la muerte y los impuestos”, estas palabras de Benjamín Franklin
cobran especial relevancia en momentos de crisis como los que estamos
padeciendo. Aún más, si cabe, las de Will Rogers “la única diferencia
entre la muerte y los impuestos es que la muerte no va a peor cada vez
que se reúnen los políticos…” Y es que los españoles necesitamos
trabajar unos 6 meses para cumplir con todas nuestras obligaciones
tributarias. Un trabajador con un sueldo mensual de unos 1.600 euros
destinará unos 3 meses a pagar las cotizaciones a la Seguridad Social,
más de 1 mes a pagar el IRPF, 25 días a pagar el IVA, 11 días a pagar
impuestos especiales y unos 5 días a pagar otros impuestos. Esto quiere
decir que, aproximadamente, dependiendo del tipo impositivo que soporta,
hasta el 1 de julio los ingresos que genera cada trabajador es el
equivalente a la cantidad que tendrá que pagar al Estado, a través de
todos los impuestos directos e indirectos así como las cotizaciones a la
Seguridad Social propias y de la empresa, y es a partir de esta fecha
cuando comienza a generar ingresos para sí mismo. Aproximadamente, el
25% de lo que ganamos en un año lo destinamos al pago de impuestos.
Pagamos más impuestos que hace cuatro
años pero no vemos mejoras en educación o sanidad, tan sólo vemos como
se engorda cada vez más el gasto público. La fiscalidad española es de
las más elevadas de Europa. Por cada 1.000 euros que cobramos, pagamos
407 euros en impuestos lo que significa que soportamos un tipo
impositivo del 40,4%, cinco puntos más que la media de la OCDE
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Países
como Finlandia o Suecia tienen un nivel similar de tipo impositivo pero
con salarios medios unos 70% superiores a la renta media en España. La
carga fiscal que soportaron empresas y familias en 2014 fue la más alta
desde 1995, según datos de la Agencia Tributaria. Los españoles, el año
pasado, pagamos más impuestos que nunca y eso que Rajoy prometió en
época electoral que no subiría los impuestos. No ha dejado casi ningún
impuesto sin subir; sin mencionar las más de 50 subidas fiscales
aprobadas por las autonomías durante este período. Según los resúmenes
de los impactos de cambios normativos publicados por la Agencia
Tributaria correspondiente a los ejercicios fiscales de 2012, 2013 y
2014 los incrementos tributarios del Gobierno del Partido Popular
ascendieron a 23.259 millones de euros. Con esos datos no es de extrañar
que las rentas de las familias hayan retrocedido un 5,5% desde 2011.
Ronald Reagan decía que “el contribuyente
es ese que trabaja para el gobierno sin haber pasado una oposición” y
es que pagamos impuestos hasta cuando dormimos. En España existen tres
niveles de imposición: estatal, autonómica y local. Unos se aplican
sobre la riqueza, los impuestos directos, y otros gravan la utilización
de esa riqueza, los impuestos indirectos. Dentro de los impuestos
directos encontramos el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
(IRPF), Impuesto sobre la Renta de No Residentes, el Impuesto sobre
Sociedades, el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones y el Impuesto
sobre Patrimonio. Dentro de los impuestos directos encontramos el
Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA), el Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, La Renta de Aduanas, los
Impuestos Especiales y los impuestos locales como el Impuestos sobre
Bienes Inmuebles (IBI), el Impuestos sobre Actividades Económicas o el
Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica.
Hagamos un cálculo aproximado de cómo
afectan las cargas impositivas a una nómina utilizando información que
se ha publicado en las redes sociales. Una empresa destina 2.000 euros
mensuales para contratar a un empleado. De los 2.000 euros el Estado se
lleva 511.35 euros en cotizaciones de la Seguridad Social y
contingencias comunes con lo que el salario bruto será de 1.488,65 euros
al mes. Ahora restamos la retención sobre la renta que son 166,28
euros, las cotizaciones de la Seguridad Social que son 69,97 euros en
contingencias comunes y 24,56 euros en formación y desempleo. Con lo que
el salario neto será de 1.227,84 euros, esto es lo que van a ingresar
al asalariado en su cuenta bancaria. El Estado se queda con 772,16
euros. Pero eso no es todo porque de los gastos que el asalariado tenga
también el Estado percibirá dinero. Por ejemplo si paga 450 euros de
hipoteca tiene una casa que le genera un IBI de 27 euros mensuales, 65
euros de luz, de los que 37 son impuestos, 20 euros de agua, de los que 2
euros son impuestos, 54 euros de telefonía e Internet, de los que 12
euros son impuestos, 120 euros de gasolina, de los que 70 euros son
impuestos, también paga impuesto de circulación que son unos 10 euros
mensuales, se gasta al mes 200 euros en comida, de los que 14 euros son
impuestos, 180 euros en ocio, de los que 33 euros son impuestos, 60
euros en tabaco, de los que 49 euros son impuestos y además paga 31,84
euros de gastos comunitarios. En total los impuestos que gravan al
consumo y bienes que posee ascienden a 254 euros mensuales. En total el
Estado recauda mensualmente 1.026,16 euros, o sea, más del 50% de lo
percibido por el asalariado.
En relación a estos datos no sorprendería
que el eslogan del Partido Popular en las próximas elecciones fuera
“tenemos lo que hay que tener para quitarte lo que tienes” porque siguen
empeñados en desvirtuar la realidad utilizando la confusión con frases
como “España es uno de los países con menor presión fiscal de la UE”. La
presión fiscal es el cociente entre los ingresos impositivos totales,
incluidas las contribuciones a la Seguridad Social, o sea toda la
recaudación tributaria, y el Producto Interior Bruto (PIB). Se trata de
un dato macroeconómico que depende sobre todo de la actividad económica
del país y no tanto de la bajada o subida de impuestos. Una reducción de
la presión fiscal no es equivalente a la disminución de impuestos. El
dato que refleja el esfuerzo que supone para los contribuyentes la
fiscalidad en la renta per cápita de los ciudadanos, o sea, el
porcentaje que va destinado al pago de tributos de lo que se gana es el
esfuerzo fiscal. Afecta de manera directa al bolsillo del los
ciudadanos. El esfuerzo fiscal de las familias españolas es un 29% mayor
que en la OCDE. Somos uno de los países en los que mayor esfuerzo
fiscal realizan sus ciudadanos. El salario bruto medio español es
inferior en un 35% al francés y británico y un 85% menor que el alemán.
Subir impuestos genera un incremento del esfuerzo fiscal pero no aumenta
la recaudación, para ello se debe aumentar el Producto Interior Bruto
mediante medidas que fomenten el consumo y la producción.
Como Licenciada en Ciencias Físicas soy
una entusiasta del método científico y tras cuatro años de legislatura
he podido constatar la veracidad del axioma pronunciado por Rajoy,
estando en la oposición, acerca de la subida de impuestos “subir los
impuestos hoy significa más paro y más recesión y darle una vuelta de
tuerca más a la maltrecha economía de las familias y las empresas” y no
olvidemos que también decía “subir los impuestos es darle una puñalada
trapera a la clase media por la espalda”