Dicen que envejecer es darse cuenta que esto "ya lo viví", y además, uno se va cansando de ver como se repiten una y otra vez las mismas recetas de políticos salvadores en los que la gente sigue poniendo su fe.
Envejecer es reconocer, no sin tristeza, que uno va dejando de creer, no solo en los políticos sino incluso en la misma gente que nos rodea, de la que uno mismo es parte. Con los años se aprende a que hay que luchar mas, que esto es una guerra constante que no terminó con los logros conseguidos, sino que continua día a día, que nuestra generación no es más privilegiada que otras en este sentido.
En los muchos años que viví en Argentina pude apreciar la cantidad y la calidad de leyes que "deberían regir" aquel país, al volver a España pude reconocer que aquí estamos un pasito mas adelante. Las leyes en ambos países son muy buenas y para desgracia de ambos pueblos, son poco respetadas y no van acompañadas de políticas que las haga valederas, y ambos pueblos, la gente demuestra un nulo interés porque esas leyes se apliquen. Aquí en España se discute la validez de la ley contra la violencia de género, y que si debería llamarse así...o asá, pero se evita enfrentar la causa por la que la ley no logra efectos notables.
Me viene a la memoria aquella parte donde el rey le decía al Principito (de Antoine de Saint Exupery) "yo dicto las leyes que se que el pueblo obedecerá" y para que esto suceda primero hay que convencer al pueblo de que una ley es buena, y la única forma es que previamente se invierta mucho y bien en educación, pero educar un pueblo no es cosa que de una legislatura, para educar un pueblo se necesitan quizás dos o tres generaciones y como esto no reporta votos a corto plazo a los políticos no les interesa.
¿Que hacemos entonces?, luchar para que se invierta en educación, conversar con amigos y vecinos, los escritores insistir sobre el tema, los maestros insistir en ello, las telenovelas demostrar que quien ataca impunemente al más débil, no es un ser humano válido, los cómicos de la televisión deberían hacernos reír a costa de esa gente y así cada uno, desde su ámbito de influencia, tal vez logremos algún avance.
Recuerdo que en mi niñez, allá en Argentina, la gente se reía y despreciaba a quien se emborrachaba, hoy ese detalle se olvidó.
Por otra parte los gobiernos no saben encaminar las campañas publicitarias, ya que, por ejemplo, colocan sus mensajes en la televisión, cuando podría hacerlo en los sitios mas frecuentados por la gente mas predispuesta a esta barbaridad. Cualquier sociólogo de medio pelo, podría saber cual es el perfil de esta gente, donde viven y como se mueven. No se deben poner mensajes en TVE donde pasan documentales, porque sabemos que los ve poca gente.
Son solo algunas ideas, pero lo importante es no olvidarnos que somos nosotros, el pueblo, los que tenemos que invertir mas, los gobernantes suelen moverse en entornos privados, lejos de las desgracias populares. Es el pueblo el que sufre las consecuencias de atracos, asesinatos, palizas, violaciones y todo tipo de barbaridades, por lo tanto es el pueblo el que debe educarse, si ellos no lo hacen, lo deberemos hacer nosotros, es fácil auto convencernos con aquello de falta de tiempo porque trabajo, "yo no puedo hacer nada... ya tengo bastante con lo mio". No nos queda mucho margen si queremos que nuestros hijos y nietos tengan un mundo mejor, si los políticos no lo hacen, o les exigimos con mucha fuerza (para lo que hará falta hacernos un tiempo libre) o lo hacemos nosotros mismos.
Si no nos implicamos más, nada mejorará. Si nos quedamos quietos en la comodidad de aquella conformista posibilidad del "a mí no me va a pasar", será tarde cuando nos pase.
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