martes, 27 de febrero de 2018

América Latina, como Penélope... teje y desteje.









 

En la Odisea se relata que Penélope se pasaba el día tejiendo un sudario para la muerte de su suegro, pero, a nuestra tejedora no le convenía que este se muriera, el motivo era comprensible ya que mientras el viejo viviera era el único que evitaría el que ella se casara obligatoriamente. Esto sucedía porque no era oficialmente viuda ya que  su esposo Ulises hacía años que no mandaba ni un wassap, y todos, según sus intereses, lo daban por muerto o vivito y coleando por allá lejos. Homero se inventó eso de que la vida de su suegro dependía de su tejido y que cuando este trabajo estuviera finalizado el viejo...¡kaput!... ¡y al otro barrio!, por lo tanto, ella estiró su manufactura textil y cien por cien artesanal lo que más que pudo, y por las noches destejía lo que había tejido de día durante una agotadora jornada laboral de no menos de doce horas, y así consiguió retrasar la muerte del rey tanto y tan bien calculado que le dió tiempo a llegar a su marido-héroe para salvarla de las garras hambrientas de unos candidatos poco recomendables. Lo que no cuenta Homero es si ella prefería esperar a su marido porque lo amaba, o por aquello de "malo conocido es mejor que bueno por conocer" y además de que este era el heredero del rey y ni que hablar de la fama mundial e histórica que ya se vislumbraba con el tal Ulises.
Parece que Penélope que estaba para más que mirar y admirar, no solo era bella sino una gran pensadora y una paciente y constante luchadora, y la jugada le salió bien, (no sin antes pasar unos sustos con mucho suspenso), pero el caso es que al final el héroe apareció después de años luchando por allá lejos para llevar "la paz, la democracia y la libertad".
A América Latina le pasa algo parecido, teje un futuro próspero durante unos días luminosos y después en las noches lúgrubes desteje lo tejido.
Penélope veía los candidatos casamenteros y la pobre mujer ya ni dormía, , se enteró que a uno lo llamaban FMI y era un chupasangre insaciable, a otro lo llamaban "el buitre" y no disimulaba nada al momento de ser un carroñero prestamista, a otro se lo conocía como "el traidor vende patria", y al cuarto candidato los llamaban "el mafioso", mirara por donde mirara no tenía una alternativa casamentera muy halagüeña, pero era consciente de que la única certeza en la vida es tejer... y tejer.
América latina está atrapada entre esperar a su Ulises o soportar casamientos indeseados, pero a diferencia de Penélope, no calcula, no es constante, no tiene claro lo que quiere y coquetea constantemente con los avariciosos candidatos a poseer su belleza y sus virtudes.
José Trillo Arán.


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