miércoles, 21 de febrero de 2018

En España se tiene que estar cocinando algo.

En esta tierra acostumbrada a parir gentes con una fuerza y determinación capaz de cualquier aventura, o de cualquier barbaridad, resulta muy difícil entender lo que está pasando, a menos, claro, que los españoles de hoy sean otros españoles con poca semejanza hereditaria con los de tiempos pretéritos.  Me resulta imposible creer que no se esté cocinando algo en silencio, que sea cierta esta calma, prefiero imaginar que estemos en "una calma antes de la tormenta", porque si no fuera así, sentiría una sensación que no deseo sentir, me ganaría una desilusión, un estado de rendición que nadie quiere si quiere a su gente. No puede ser que en España se aplique una pena de cárcel a un chaval por cantar un rap con letras de protesta. No puede ser que en esta España se castigue con cárcel a una persona que ofende de palabra la dignidad de la corona o las instituciones, cuando el impresentable emérito rey disfrutó de todos los placeres pecaminosos, un señor que fue un mal ejemplo para todos, que nos hizo pasar vergüenza yendo a cazar elefantes a miles de kilómetros, que tuvo las amantes que deseó, que homenajeo a dictadores y asesinos y que según parece logró una fortuna que supera los 1300 millones de euros. No puedo creer que en esta España donde hasta el más ignorante sabe que es un campo donde arrasar los frutos del trabajo de otros, una fiesta, ¡una orgía! para todo tipo de ladrón de guante blanco camuflados entre los políticos y los empresarios, no quiero creer que no pasa ni pasará nada en esta España donde los jueces tienen dos tipos de leyes, o tres, dependiendo de quien sea el juzgado, donde se le niega aumentos a los jubilados y se aumentan de modo escandoloso los presupuestos para armas, en su mayoría caducadas en su utilidad.
España no merece ser considerado un país del primer mundo, lo digo con dolor pero con la firmeza de saber que estamos en un país amoral donde se le falta el respeto a todas las personas dignas... y a mi nunca me gustó que me falten el respeto.
Quiero imaginar que aquí se cocina una nueva revolución, un cambio profundo en la mentalidad ciudadana.
No quiero pensar que solo nos queda esto.
José Trillo Aran.

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