martes, 12 de junio de 2018

Las multinacionales se quedan con los beneficios y los ciudadanos con los inmigrantes ilegales.

Una vez más se divide la sociedad española, una vez más se incentiva el racismo, y muchos millones de personas buscan refugio en un falso nacionalismo que hace el caldo gordo a la extrema derecha europea. Parece que los políticos encuentran cada más fácil que sus mensajes de poca monta, penetre en millones de cabecitas, indignas, de este siglo tan avanzado en ciencia y tecnología.
La llegada de miles de inmigrantes ilegales incentiva bajezas, incompresibles, en una Europa que tira a diario toneladas de comida a los contenedores.
La llegada de miles y miles de personas que buscan huir de la guerra o de las consecuencias nefastas que quedan después de ellas, en lugar de incentivar la solidaridad aumenta los egoísmos.
Lo triste es la hipocresía o la total ignorancia de grandes masas humanas que no saben, o prefieren no saber, que el bienestar de algunos países está sustentando por los mismos principios que utilizaban los vikingos cuando invadían Europa, la invasión, la rapiña y la destrucción, no pueden ver que hoy los jefes vikingos son seres vestidos con ropajes caros, y que en lugar de ubicarse en la proa de sus naves de madera, lo hacen desde lujosos despachos. Los nuevos dictadores que gobiernan el mundo son los cerebros de las multinacionales que disponen de ejercitos muy bien armados, que se encargan de proveer de materias primas baratas, de imponer por la fuerza la necesidad de convertirse en consumidores de sus productos, de derrocar gobiernos que se resisten, y todo lo que sea necesario siguiendo una norma extremadamente clara y cruel...¿por que pagar por lo que se pueda robar?. Con calculadas campañas de preparación de la opinión publica se convence a las masas de que es bueno "para la democracia y la paz mundial", atacar y destruir, y asi nos pasa lo que nos pasa, las multinacionales y sus socios se quedan con lo mejor del negocio y luego los pueblos afrontan la llegada de inmigrantes ilegales, y conviven con ellos entre sus fobias y sus miedos.
Una vez más se incentiva el odio de pobres contra medio pobres, de nacionales y extranjeros, de blancos contra negros, de católicos contra musulmanes, y tantos otros resultados de este plan macabro.
Son muchos los europeos que nos quejamos, pero nuestra ignorancia es descomunal y nuestra hipocresía es aún mayor. Estoy escribiendo este artículo en un ordenador que tiene componentes fabricados por el trabajo esclavo de niños africanos que dejan la salud o la vida, extrayendo el Coltan, dos minerales custodiados por un ejercito de mercenarios, con la sola intención de que nada cambie, que siga siendo barato y de grandes traficantes casi en exclusividad, ¡cueste lo que cueste!. Sería muy largo enumerar los ataques vikingos de las grandes multinacionales, pero que nos importa en realidad que la mayor multinacional de la alimentación (Nestlé) haya obligado a Costa de Marfil a plantar y cosechar el cacao casi en exclusividad y que ese país sea un triste ejemplo de monocultivo y les falte comida a gran parte de su población. No nos importa que esos seres humanos quieran huir de los diferentes infiernos creados por las grandes empresas del mundo, solo nos preocupamos de odiar a los pobres que buscan algún tipo de solución a sus vidas, odiamos, repetimos consignas fabricadas, quizás desde un ordenador y disfrutando de un taza de chocolate.
José Trillo Aran.

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