Hace unos días un amigo argentino me hacía recordar la tremendas consecuencias que uno podía tener en aquella Argentina de los militares si alguien escribía algo como suelo escribir y que por mucho menos ya estaría muerto. Me intenta hacer ver que en España se goza de una libertad de expresión amplia y que ¡si es una democracia! lo que estamos viviendo. Por mi parte según datos que voy recabando le hago ver que también aquella España de Franco era igual a la Argentina, pero que los métodos han cambiado porque han cambiado los tiempos, en aquellos dos países no había internet ni redes sociales, que no son fáciles de controlar y de hacerlo sería tan evidente que quedarían al descubierto. La técnica es otra, dejar que la gente se exprese, se saque las ganas de berrear y patalear y así canalizan su furia por una vía libre, a la que nadie en el gobierno le presta la más mínima atención, a menos que les interese para algún objetivo concreto. El estudio de las reacciones sociales también fueron motivo de estudio y ellos saben que esto es otra manera de permitir que la olla a presión no reviente, sacando vapor de a poco.
En el fondo es verdad que esto no es una democracia, porque los ciudadanos, no existen, son meros juguetes, muñecos a los que se les da cuerda cuando se acercan las elecciones y que después se los deja en el rincón, para jugar con otros juguetes más interesantes. Todo esto es tan triste que si no fuera por eso, sería para reírse de tanto burdo engaño a los que se somete a pueblos enteros. Se deja que una parte de la gente, la más inquieta, y posiblemente la más valiosa ejerza su rebeldía, mientras tanto se fomenta la contrapartida de esa acción, alabando, a las minorías silenciosas y obedientes y lo que puede ser cobardía, ignorancia o abandono, el gobierno lo convierte en virtudes de las "inteligentes mayorías" que con su inacción le hacen el caldo gordo y el desgobierno fácil.
En esto se convirtió aquello que se llamó democracia.
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