Hay una etapa de la niñez donde los niños quieren saber y buscan las respuestas en dos palabras ¿por qué?, los padres normales solemos responder las primeras veces, luego nos cansamos y por las buenas o las malas los dejamos sin respuestas. Lo que en un principio era para el niño una búsqueda para ubicarse en este mundo, termina siendo una frustración que los mayores intentamos reparar contando historias e historietas mas o menos oficiales y programadas por la sociedad que nos educó, por lo tanto el niño ya cada vez necesita hacer menos preguntas, hasta que llega un momento cercano a la pubertad que ya cree tener todas las respuestas y si aún se atreve a preguntar nosotros nos encargamos de anularlo diciendo por ejemplo: "siempre haciendo preguntas...¡pareces un niño!"
Las preguntas son tan importantes que sin ellas posiblemente estaríamos todavía en la época de piedra o creyendo que mas allá de las Azores y las Canarias hay un inmenso abismo con gigantes monstruos marinos, sin las preguntas no hubiésemos conseguido ser mucho más que una lechuga o un lagarto, pero todo tiene un porqué y no es gratuito que nuestra educación nos llevara a "¡no preguntes!", porque el no preguntar a veces es rentable para la salud, otras veces te evita las respuestas molestas, y siempre, siempre es más cómodo no hacerlas ¿para qué? si ya se encargaron de darnos las respuestas a todo. No preguntar satisface la vagancia propia del pensamiento aletargado y y lleno como un estómago con un montón de respuestas preparadas, no es un problema serio, ya que nosotros mismos, cuando nuestro cerebro intenta despertar callamos su curiosidad natural con una respuesta a la medida para quedarnos tranquilos y que el cerebro no moleste al menos por un tiempo mas. La preguntas llevan a las respuestas y estas incitan a pensar, y ya sabemos que trabajoso es esto..."con lo a gusto que se está sin hacer na". Pero pasa que a veces por no preguntar y formarnos "una idea o respuesta a la medida" nos perdemos muchas cosas valiosas, un amor, una amistad, una familia...¡tantas cosas se pueden perder por no sacarnos una duda que nos carcome! y si no cree que estoy en lo cierto piense si no ha perdido un amor o una amistad por quedarse sin hacer una pregunta, ¿no le queda una duda que si hubiese preguntado, la imagen o el valor de alguien hubiese sido otro? Durante treinta años tuve una idea "fabricada por mi cerebro a la medida de mi auto defensa" sobre una persona, hoy treinta años después me dio una explicación de aquel suceso y con tristeza y satisfacción, todo junto y revuelto, se que no era como yo pensaba, lo que me lleva a suponer que mi error me hizo perder una amistad durante tres décadas, pero esto no me preocupa, seguro que mi cerebro encontrará otra respuesta adecuada a mi necesidad y podré justificar mi error con "otro acierto", porque el cerebro es muy astuto y sabe que tiene que mantener contento a este fulano que le da de comer...¡que no es tonto vamos!
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