Doce cargos y mucho poder
Isabel Carrasco era una mujer con gran protagonismo en León, acostumbrada a la confrontación política, que contaba con muchos partidarios y detractores
Justino Sanchon Valladolid 12 MAY
2014 - 22:48 CET
Políticamente era un torbellino. Personalmente, una mujer accesible y
vehemente. Isabel
Carrasco era un auténtico tifón, un látigo para sus contrincantes. Sus
declaraciones eran intempestivas y sus salidas de tono, constantes. Y a pesar de
ello la presidenta de la Diputación de León contaba también con sus fieles
seguidores.
Nacida en 1955 en un municipio cercano a la ciudad de León, Campo y Santibáñez, no paró nunca de medirse con todo el que le intentara hacer sombra. O el que le molestara. O el que dijera lo que ella no quería oír. Quienes la critican, sin embargo, estiman que era “muy lista”. Quienes la alaban dicen que “nada ni nadie la paraba”.
Isabel Carrasco murió asesinada este lunes cerca de su casa, junto a la sede del PP, en una de las pasarelas peatonales sobre el río Bernesga, que cruza León. Caminaba hacia uno de los despachos que tenía, la presidencia de los populares leoneses. Estaba enfrascada en unas nuevas elecciones. Y eso, a ella, la estimulaba.
Carrasco era licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid, aunque siempre se orientó hacia las finanzas y la hacienda. Fue profesora de Derecho Tributario en la Universidad de León, inspectora de Hacienda y auditora de cuentas. Su verdadera pasión era la política, a la que entró en 1987 gracias a José María Aznar, cuando este era el presidente de la Junta de Castilla y León, y con el que siempre tuvo una excelente relación personal. Fue nombrada delegada territorial de la Junta en León, un cargo que desempeñó hasta 1991. En ese año volvió a ser inspectora de Hacienda, como jefa de la Unidad Regional de Inspección de las Grandes Empresas y Patrimonio en el ámbito de Castilla y León.
Dicen personas que prefieren mantener el anonimato que fue en ese momento cuando logró hacerse poderosa políticamente. A través de su cargo, conoció los entresijos de muchos grandes empresarios de esta región y, principalmente, de León. Eso hizo que a muchos los conociera a fondo, y se lo recordara con frecuencia.
En 1995 volvió a la política regional de la mano de Juan José Lucas y fue la primera mujer en acceder al puesto de consejera de Economía y Hacienda. Se granjeó amigos y muchos enemigos. Tanto personales como políticos. Sus formas, con colabores y asesores, hicieron que en poco tiempo perdiera a muchos de ellos, o por abandono o por despido. Pero así era Isabelita, como la conocían muchos compañeros de partido en Valladolid.
Ocho años le duró ese cargo y después fue nombrada senadora del PP, por designación de las Cortes de Castilla y León. Pero Carrasco disfrutaba en la acción política, la actividad diaria, el cuerpo a cuerpo con ciudadanos y contrincantes. Por ello, en 2007 se volvió a León, como presidenta del PP leonés y de la Diputación Provincial.
Años después, en 2011, se la comenzó a conocer como la presidenta de los 12 cargos, ya que se supo, a través de una denuncia del PSOE
El PSOE abandonó la denuncia, pero la continuó el PAL (Partido Autonomista Leonés). También algunos recuerdan que pudo tener algo que ver la propia Carrasco con la división interna que los socialistas vivieron entonces en torno a esa denuncia.
Así, en enero de 2013 Carrasco aparece como imputada por un delito de malversación de caudales públicos, que sigue también abierta. Pero iIncluso de ella salió airosa. Se le imputó por cobrar dietas por kilometraje como consejera de la antigua Caja España, por ir a Salamanca tras fusionarse con Caja Duero, donde se reunía el consejo de administración, con el coche oficial de la Diputación. Según la denuncia, cobró por desplazamientos correspondientes a unos 20.000 kilómetros. Todos esos casos siguen abiertos.
Lo negó ante todos y contra todos. Nadie la silenció. Ni la Justicia. Ni los medios de comunicación, sobre todo los que insistían con el caso de las dietas, a los que retiró la publicidad.
Su osadía era constante. Si la criticaban en una comarca leonesa, días después aparecía en ella para presentar o inaugurar obras. Así era Isabel Carrasco. Arremetieron contra ella en Bembibre por una supuesta “mala” utilización de los Fondos Miner —destinados a la reindustrialización minera del Bierzo, aunque se fueron a arreglar carreteras—. Y ella se presentó en la zona. Y aguantó las críticas.
Carrasco era una mujer con carácter. Impetuosa y “demasiado” vehemente, dice un antiguo concejal de León que prefiere que no se conozca su nombre. Porque todavía se recuerda el miedo que infundía. Miedo a las reacciones. Temor a cómo podría ponerse. Así era Isabel Carrasco. Un tifón, un torbellino.
Nacida en 1955 en un municipio cercano a la ciudad de León, Campo y Santibáñez, no paró nunca de medirse con todo el que le intentara hacer sombra. O el que le molestara. O el que dijera lo que ella no quería oír. Quienes la critican, sin embargo, estiman que era “muy lista”. Quienes la alaban dicen que “nada ni nadie la paraba”.
Isabel Carrasco murió asesinada este lunes cerca de su casa, junto a la sede del PP, en una de las pasarelas peatonales sobre el río Bernesga, que cruza León. Caminaba hacia uno de los despachos que tenía, la presidencia de los populares leoneses. Estaba enfrascada en unas nuevas elecciones. Y eso, a ella, la estimulaba.
Carrasco era licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid, aunque siempre se orientó hacia las finanzas y la hacienda. Fue profesora de Derecho Tributario en la Universidad de León, inspectora de Hacienda y auditora de cuentas. Su verdadera pasión era la política, a la que entró en 1987 gracias a José María Aznar, cuando este era el presidente de la Junta de Castilla y León, y con el que siempre tuvo una excelente relación personal. Fue nombrada delegada territorial de la Junta en León, un cargo que desempeñó hasta 1991. En ese año volvió a ser inspectora de Hacienda, como jefa de la Unidad Regional de Inspección de las Grandes Empresas y Patrimonio en el ámbito de Castilla y León.
Dicen personas que prefieren mantener el anonimato que fue en ese momento cuando logró hacerse poderosa políticamente. A través de su cargo, conoció los entresijos de muchos grandes empresarios de esta región y, principalmente, de León. Eso hizo que a muchos los conociera a fondo, y se lo recordara con frecuencia.
En 1995 volvió a la política regional de la mano de Juan José Lucas y fue la primera mujer en acceder al puesto de consejera de Economía y Hacienda. Se granjeó amigos y muchos enemigos. Tanto personales como políticos. Sus formas, con colabores y asesores, hicieron que en poco tiempo perdiera a muchos de ellos, o por abandono o por despido. Pero así era Isabelita, como la conocían muchos compañeros de partido en Valladolid.
Ocho años le duró ese cargo y después fue nombrada senadora del PP, por designación de las Cortes de Castilla y León. Pero Carrasco disfrutaba en la acción política, la actividad diaria, el cuerpo a cuerpo con ciudadanos y contrincantes. Por ello, en 2007 se volvió a León, como presidenta del PP leonés y de la Diputación Provincial.
Años después, en 2011, se la comenzó a conocer como la presidenta de los 12 cargos, ya que se supo, a través de una denuncia del PSOE
El PSOE abandonó la denuncia, pero la continuó el PAL (Partido Autonomista Leonés). También algunos recuerdan que pudo tener algo que ver la propia Carrasco con la división interna que los socialistas vivieron entonces en torno a esa denuncia.
Así, en enero de 2013 Carrasco aparece como imputada por un delito de malversación de caudales públicos, que sigue también abierta. Pero iIncluso de ella salió airosa. Se le imputó por cobrar dietas por kilometraje como consejera de la antigua Caja España, por ir a Salamanca tras fusionarse con Caja Duero, donde se reunía el consejo de administración, con el coche oficial de la Diputación. Según la denuncia, cobró por desplazamientos correspondientes a unos 20.000 kilómetros. Todos esos casos siguen abiertos.
Lo negó ante todos y contra todos. Nadie la silenció. Ni la Justicia. Ni los medios de comunicación, sobre todo los que insistían con el caso de las dietas, a los que retiró la publicidad.
Su osadía era constante. Si la criticaban en una comarca leonesa, días después aparecía en ella para presentar o inaugurar obras. Así era Isabel Carrasco. Arremetieron contra ella en Bembibre por una supuesta “mala” utilización de los Fondos Miner —destinados a la reindustrialización minera del Bierzo, aunque se fueron a arreglar carreteras—. Y ella se presentó en la zona. Y aguantó las críticas.
Carrasco era una mujer con carácter. Impetuosa y “demasiado” vehemente, dice un antiguo concejal de León que prefiere que no se conozca su nombre. Porque todavía se recuerda el miedo que infundía. Miedo a las reacciones. Temor a cómo podría ponerse. Así era Isabel Carrasco. Un tifón, un torbellino.
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