viernes, 11 de noviembre de 2016

¿Me regala una idea?

El día transcurrió de manera normal. Escribo esta frase y me pongo a pensar que tal vez usted piense que fue un día más, uno de esos que se acumulan en un pasado fácil de olvidar, pero no. Antes cuando era joven tal vez lo hubiese considerado así, pero ahora que ya doblo la última curva y si afino la mirada veo el cartel de Llegada, ningún día normal carece de importancia y al final de el, lo guardo con cuidado en el rincón mas protegido de la memoria del ayer. Con los años uno aprende a valorar cada momento por vulgar que parezca, porque cuando la oferta es escasa el precio se dispara y a mis años el tiempo restante de vida, tiene un valor incalculable. Además le comento que está ella, aquí cerca, en otra habitación, siéndome infiel ¡y además con una mujer!, una tal Isabel Allende, y estando ella a mi lado ningún día es normal, si a normal le damos la acepción de común u ordinario o habitual, porque es una mujer muy difícil de definir con mis limitados recursos de lenguaje, creo que debería pedir ayuda a esa tal Isabel Allende si quisiera contarle como es ella, pero no quiero, y disculpe que no lo haga, no porque usted no merezca la confianza de mi confesión, sino porque no me siento capacitado, creo que debo seguir creciendo para encontrar las palabras para describir que ella es mi látigo preferido cuando me ataca el masoquismo, o unas alas cuando quiero soñar, unas alas que se convierten en freno y bozal cuando me desboco, es tantas cosas que mejor no me pongo a escribir de ella.
Le contaré que la noche está en su punto para ponerme a escribir, el silencio es tan modesto que me permite escuchar la lluvia, una lluvia como debe ser, pareja, serena, vital, sin debilidad pero tampoco agresiva, una de esas lluvias que son una bendición para esta tierra volcánica. 
Me gusta esta lluvia y sino fuera porque mi cuerpo me dice que el horno no está para bollos, ni pulmonías, saldría a caminar sin paraguas, porque la lluvia no se siente tal cual es, debajo de un paraguas, porque para sentir la lluvia, o la vida, uno tiene que mojarse.
Están todas las condiciones dadas para ponerme a escribir, tengo silencio musical y una hermosa soledad compartida entre los tres, ella, la Allende y yo, pero... ¡por más que hago fuerza no me sale!, parece que sufro un agudo ataque de estreñimiento creativo...¿o será que todas las musas están lejanas dándole el último adiós a Leonard Cohen?, ¡vaya usted a saber donde andarán!.
Por eso le pido a usted... ¿me regala una idea?.
José Trillo Aran

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