Los franceses muestran con orgullo aquella utopía que les recuerda que deben mejorar todo el tiempo, pero también las religiones nos enseñan a que esas tres bellas palabras son parte de su programa electoral vigente, una y otra vez, al igual que los políticos las gastan de tanto usarlas, pero ni unos ni otros abonan esas ideas que agonizan lentamente y que si aún están vivas es porque algunos soñadores las mantenemos vigentes e intentamos apuntalarlas con todo tipo de tutores como si fueran una frágil planta a merced del viento, y valen todos los tutores posibles, sean de caña, o palo de escoba o simplemente simbólicos.
LIBERTÉ, EGALITE, FRATERNITÉ.
Hermosas palabras, sin duda...pero falsas en la realidad, en Francia y en donde usted quiera, porque al mismo nos educaron para admirar a personas que no tienen estás tres palabras integradas en su mente. Desde el momento que TENER es más valioso que SER, ya nada tiene sentido, porque tener más que otro lleva implícito que el individuo no pensó en ningún momento en ser solidario, ni fraternal.
Desde siglos venimos educados para llegar a ser igual o mejor que otros que tienen más, entonces todas las consignas son utópicas, incluyendo los derechos humanos.
Sin embargo nos enseñan a creer en esas tres bellas palabras, pero al mismo tiempo nos exigen ser triunfadores en un mundo competitivo donde se admiran a seres distintos por tener algo más que el común de los mortales. Aquí en España la consigna se cambió por "Defraudé, Engañe y Me Libré" aquí la igualité se choca con la admiración, por ejemplo, a Amancio Ortega, y miramos con curiosidad si sube un puesto más en la tabla de posiciones de los más ricos de la tierra. Proclamamos la igualdad de la democracia y resaltamos sus valores y al mismo tiempo sostenemos una monarquía y mucha gente ve como si fuera natural que un rey sea inimputable y tenga privilegios que no tienen otros españoles ¿en que quedamos?¿no es una democracia?¿o no lo es y la disfrazamos de tal?.
Esta y otras realidades entre lo aprendido y lo vivido, hace que vivamos en una total confusión de valores, que nunca nos permitirá ponernos de acuerdo ni con nosotros mismos ni como país. No obstante este razonamiento lógico que cualquiera puede hacer, todos terminamos viviendo en una extraña y confusa "bisexualidad a la carta" (si me permiten este término) que no nos permite saber que somos ni que deseamos más, entonces vamos viviendo un poco a la bartola, al garete, como veletas, no solo como personas, sino además como país. Llega el tiempo de las decisiones si queremos tener claridad mental y un rumbo cierto, tenemos que decidir si apostamos por esas tres bellas palabras, o nos inclinamos por el egoísmo, el sálvese quien pueda, el que España se hunda si a mi va bien, no sé, así lo veo yo... ¿y usted?.
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