Por José Vicente Rangel*
jvrangelv@yahoo.es
1 ¿Qué impide ver el bosque? ¿Hacia dónde
se mueve el país? ¿Cuál es la actual situación de los venezolanos? ¿Transición o
etapa de acumulación de fuerza por el chavismo para profundizar el proceso
revolucionario? La desaparición de Hugo Chávez dejó un vacío difícil de llenar.
Golpeó profundamente a todos los sectores y abrió la brecha a múltiples
expectativas.
Aún no ha habido tiempo de reponerse, y los movimientos que se observan sólo son intentos por definir alternativas.
Aún no ha habido tiempo de reponerse, y los movimientos que se observan sólo son intentos por definir alternativas.
2 Luego de la confusión de los primeros
momentos hay indicios de nuevas estrategias para consolidar opciones, tanto del
chavismo como de la oposición. La impresión, por ahora, es que el chavismo
asimiló mejor la enseñanza, tanto electoral como política, del 14 de abril. Un
resultado del cual derivan importantes conclusiones, ante todo, sobre la fluidez
del proceso. Porque si bien es cierto que el resultado del 14-A fue reñido en
cuanto a candidatura presidencial -pero suficiente para acreditar la victoria de
Maduro-, ese mismo resultado a nivel de municipios revela que el chavismo se
impuso con holgura. De los 335 municipios del país, el chavismo ganó en 239
(71%), mientras la oposición se impuso en 96 (29%). Se trata del piso político
donde competirán ambas formaciones en las próximas elecciones.
3 Insisto: el chavismo asumió
responsablemente el resultado de las presidenciales. Lo asimiló de inmediato.
Con serenidad. En abierto contraste con la reacción del liderazgo opositor
-tanto de la MUD como de su candidato-. Ambos se desesperaron con la victoria de
Maduro y se comportaron de manera antidemocrática. Centraron su táctica en este
dato y pusieron de lado el éxito de la votación que alcanzaron. A este error,
fruto de la inmadurez que caracteriza al líder del sector, se sumó, horas
después, su insólito llamado a la violencia, cuyo costo político y de imagen es
incuestionable. ¿Consecuencia de esa absurda convocatoria a la violencia?:
muertos, heridos, instalaciones públicas y locales del PSUV atacados, es decir,
el error más grave de la oposición desde la aventura golpista del 11-A y el
paro-sabotaje de la industria petrolera.
El episodio retrotrae a una etapa que se
consideraba superada y socava la credibilidad del sector. A diferencia, por
ejemplo, de la hoja de ruta definida por Maduro, del despliegue del “gobierno de
calle”, que saca la política del atolladero post 14-A, el candidato perdedor se
consume en una batalla sin futuro. Mientras que Maduro se ubica en la dirección
correcta -la que reclama la mayoría nacional-, asumiendo temas importantes como
el funcionamiento de la administración pública, la gerencia, el manejo de lo
social, lo económico y financiero.
Destaca un paso dado por él: la oferta de
diálogo al país y, en particular, al empresariado. La política que le encomendó
al ministro de Finanzas, Nelson Merentes, desbloquea la situación planteada. Sus
efectos ya se perciben. El encuentro Maduro-Mendoza es una definición que
fortalece al Gobierno, abre la senda de la participación del empresariado y
descoloca a la oposición. No hay duda de que tanto el candidato perdedor como la
MUD están en una situación inconfortable. Sin piso político. Aislados.
Desconectados del país real. Lo cual enerva su logro electoral del 14-A. Por
ahora esa es la situación. Ya se verá lo que depare el futuro
próximo.
Diálogo: dirigentes de la oposición y
medios a su servicio sostienen que la ruta del diálogo la tiene bloqueada el
gobierno bolivariano, y señalan como responsable al presidente Maduro. Nada más
distante de la verdad. Al contrario: Maduro designó una comisión integrada por
Cilia Flores, Diosdado Cabello y Jorge Arreaza para manejar el tema y hacer los
contactos correspondientes. Además, el Gobierno, a través de sus ministros,
realiza constantes reuniones con diversos sectores, personalidades, gremios,
sindicatos. Maduro, en el desarrollo de la política de calle, se relaciona y
aborda problemas concretos en las regiones que visita. Y, por si fuera poco,
producto de esa política de diálogo se reunió con Lorenzo Mendoza, otros
empresarios y directivos de medios. A su vez, Nelson Merentes ha concertado
políticas directamente con centenares de representantes del sector privado de la
economía. ¿Qué más quiere la oposición? Si ella actuara con seriedad, asumiría
lo que está en marcha en vez de quedarse rezagada. Prácticamente sin
política…
Algo que siempre recomiendan los
analistas en política es no hacer el ridículo. Por eso la gente seria de la
oposición -la hay- debería reflexionar sobre el triste papel que protagoniza
enviando al exterior a sus voceros para hablar mal de Venezuela, de sus
instituciones, y cuestionar un resultado electoral legítimo, que ya es clavo
pasado. En todos los casos los emisarios son recibidos por dirigentes de la
derecha que, incluso, lo hacen con fastidio. ¿No se dan cuenta?…
La internacional mediática está muy
activa defendiendo a diarios argentinos como La Nación y Clarín y, de paso, a la
empresa que monopoliza el papel: Papel Prensa. Pero los promotores de la campaña
se cuidan de que se sepa en el exterior que esta empresa le fue arrebatada a sus
propietarios -incluso utilizando la tortura para consumar el despojo- por los
dueños de ambos diarios durante la dictadura…
Los tiempos de la política son de seriedad y no de chismes y de basura. El país demanda responsabilidad al liderazgo. Las infamias están en el orden del día y la respuesta debe ser el más absoluto desprecio.
Los tiempos de la política son de seriedad y no de chismes y de basura. El país demanda responsabilidad al liderazgo. Las infamias están en el orden del día y la respuesta debe ser el más absoluto desprecio.
(*) El autor de esta nota (en la foto) es
uno de los ideólogos del chavismo. Fue ministro de Defensa, vicepresidente,
canciller del gobierno de Chávez. Actualmente, está retirado de los cargos del
gobierno y trabaja (a sus cercanos 80 años) como periodista entrevistador de
televisión.
(Corresponsalía en Venezuela: Natacha Salazar)
(Corresponsalía en Venezuela: Natacha Salazar)
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