En los libros de historia hay muchas versiones diferentes y datos en abundancia sobre la piratería naval, la clásica, esa donde unos señores con pata de palo y parches en un ojo robaban sin miramientos los riquezas que transportaban otros barcos. Pero no todos eran tan mal encarados y con una pinta que asustaba, también los hubo, delicados, de costumbres finas y buenos ropajes a la usanza de la Europa de la época.
Pero hoy, a pesar de que algunos alcanzaron hasta pomposos títulos nobiliarios, los podemos catalogar, mas o menos sin discusiónes como ladrones con mayúsculas y sin justificativos algunos que ayuden a suavizar su inmoralidad.
Muchos años han pasado desde aquellos piratas que los libros y el cine, convirtieron en malos malísimos, ¡el mundo ha cambiado tanto desde aquello!...¿O no?, ahora que lo pienso mejor, "han cambiado muchas cosas para que no cambie nada".
Los piratas siguen existiendo, y al igual que en la hipócrita Inglaterra de siglos pasados que los premiaba con títulos de nobleza, hoy los condecoramos con medallas al mérito, al valor, en defensa de la democracia y otros artilugios semánticos para darle valor a miserables ladrones, tanto o más que los pata e palo.
Es justo reconocer que los piratas de hoy, son cultos y conocen al dedillo que todo tiene que ver con todo y que solos no son nadie, "trabajo en equipo" se suele llamar, que es algo así como aunar la dependencia y la colaboración mutua para un fin común. Los piratas de hoy saben que necesitan la ayuda de científicos, publicitarios, sociólogos, y un sin fin de medios, según la ocasión, pero por sobre todas las cosas necesitan de una opinión pública que no los juzgue, sino que, muy por el contrario, los valore y si los valora los legaliza, y si quedan dudas en la sociedad, los expertos convencerán a la ciudadania para justificar cualquier barbaridad. Es que las barbaridades, sin reconocimiento legal, no les vale.
Por eso los piratas de hoy ya no desembarcan en el puerto de una villa o ciudad, matan a los hombres y violan a las mujeres, se beben todo el ron y cuentan los piezas de oro. Bueno... esto lo siguen haciendo, pero con permiso previo de la opinión pública. Los piratas de hoy roban y matan mucho más que los de antes, y también son más capaces al momento de seleccionar botines, tienen un catálogo más amplio y moderno, los pata´palo se conformaban con piedras preciosas, oro y plata y poco más. Los de hoy no desprecian aquellos valiosos botines tradicionales, no, los siguen valorizando, solo que agregaron, petróleo, gas, agua, col-tam, uranio, cobre, platino, litio, obras de arte y todo lo que se pueda revender. El imperio lo agradece y mucha gente los aplude, los quiere y los consideran héroes nacionales.
Son muchos siglos de piratería y al final lo vemos bien... si roban para nosotros. Cuando nos hacemos con botines de otros nos convencemos con una lógica aplastante "¿ por qué comprar cuando se puede robar?"
Los piratas de hoy estudiaron en prestigíosas escuelas militares, por eso aprendieron la obediencia a su gobierno, se visten con hermosos uniformes tachonados de medallas coloridas, son personas de bien y gozan del reconocimiento popular. Estos piratas no empuñan la espada y se baten en encarnizadas luchas cuerpo a cuerpo. Ellos ordenan enviar a luchar a otros, o dan la orden de bombardear ciudades, son piratas que matan a distancia desde cómodas oficinas, lo que demuestra que son más avanzados que aquellos asesinos que se achicharraban de calor en el Caribe, o tiritaban de frio en aguas del Atlántico europeo... ¡Son piratas más avanzados!, por eso ya no le llaman piratas, ahora se les conoce como "altos mandos militares".
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