Lo vi llegar más lento y encorvado que otras veces, arrastrando los pies recubiertos de unas viejas alpargatas que no se donde las consigue, porque yo no las vi a la venta ni siquiera en el bazar mas viejo del pueblo, donde aún se pueden encontrar enseres de tiempos pretéritos que no son tan lejanos, pero si caducos.
Don Abel dice que tiene ochenta y siete años, aunque otros dicen que tiene más, y que nunca aprendió a leer pero las cuentas si las sabe hacer, de el se dicen muchas cosas, cuentan que fue muy valiente peleando contra Franco en la guerra civil, que estuvo escondido en una cuevas de Santa Brigida, otros que eran de Tirajana y que pudo escapar de las patrullas metiéndose de polizón en un barco inglés y que por eso vivió tantos años en Inglaterra, pero vivió sufriendo como pocos por regresar a la isla. Me dijo una vez que fue peón en las plataneras, estibador, marinero, pescador y de último campesino, pero que no recuerda a que edad empezó a trabajar porque era muy niño. Me contaron que don Abel apenas pudo juntar los papeles de algunos años para tener acceso a una jubilación casi ofensiva, una limosna, "una miseria m´ijo es que perdí muchos años entre la guerra y la huida...y esos años no cuentan". Dicen en el pueblo que lo maltrataron y lo ignoraron por haber sido rojo y que aún en plena democracia, muchos le negaban el saludo, o cruzaban la calle para no encontrarse con él en la misma acera, unos por vergüenza de haber cambiado de bando y otros por verlo aún como un enemigo y otros por no codearse con un perdedor.
Ahora que ya no es un guerrero y solo lucha contra su cuerpo cansado, don Abel suele bajar a la playa con una rama larga y lustrosa a modo de caña de pescar, unos metros de hilo plástico, unos anzuelos y lo que tenga para cebo, ahí se pasa varias horas intentando pescar algo para llevar al plato, pero a veces vuelve de vacío, "ya no quedan pejes en la costa...los acabaron toos".
Hoy lo vi volver mas tristón que de costumbre.
-¿No hubo pique don Abel?-
-Alguito...un pulpito que da hasta pena- y metió la mano en la bolsa plástica de Mercadona y me mostró un pulpo de unos treinta centímetros y a la mucho unos quinientos gramos de peso.
- Bueno, por los menos para los dos alcanza...¿no está contento?-
-No puedo estar contento me acusaron de eso que está de moda...no recuerdo...eso de que hago daño a los animales y a la tierra-
-Aaaah, ¿que no respeta el medio ambiente?, ¿que no es ecologista?-
-Eso...será...-
-¿quien le dijo eso?-
-Unos chavales...me dijeron sino me daba vergüenza pescar un pulpo tan pequeño.-
-¿Eso le dijeron?-
- Si...que no respetaba el medio ambiente y que porque no iba a comprar pescao al supermercao.-
- Vaya payasos esos chavales-
-No...si a mi ya no me gusta pescar, muchas horas pa ná-
- No les preste atención don Abel, usted no hace daño a la naturaleza, los que acaban con el pescado son las grandes empresas pesqueras, las petroleras que derraman su mierda al mar, la gente que llena de plástico el entorno, Fukushima que contamina a diario para varios años con aguas radiactivas...usted vaya tranquilo, no les preste atención.-
- Toda la vida pesqué y nunca me acusaron de esa cosa...-
-No atienda a esos machangos, son ecologistas de jeta grande y huevos pequeños, se meten con usted porque que les resulta mas fácil, pero seguro que no denuncian y ni siquiera se apuntan con Greenpeace...-
-Y ese quien es?-
- Otro día le cuento, usted vaya a pescar que algo hay que comer.-
- Pa eso voy...¡pa comer... no pa comercia!-
-Hasta lueguito don Abel-
-Hasta luego míjo-
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