viernes, 9 de septiembre de 2016

No tendremos nada mejor...mientras no los obliguemos.

La mayoría de los humanos nos jactamos de dar lo mejor para nuestros hijos. Algunos entienden esto con darles una buena vida, repleta de comodidades y protección y una buena educación, considerando que esta lo es, mayoritariamente, si es de escuela privada y de carácter religioso. No solemos salir de esos parámetros comunes y aceptables para la mayoría.  El factor económico es otro "aporte" importante, muchos padres aspiran a que sus hijos nunca sean pobres y sueñan con dejarles el futuro asegurado en este aspecto.
Sin embargo son pocos los padres que piensan en el entorno social donde sus hijos y sus nietos desarrollaran su vida. En muchos países de latinoamérica se pueden ver urbanizaciones de lujo, que son verdaderos fortines, con controles de seguridad dignos de admiración, de donde salen coches blindados para llevar a los niños a escuelas exclusivas y también prolijamente blindadas. No es difícil de ver a los autobuses escolares con guardias de seguridad armados hasta los dientes e incluso un auto con guardias privados detrás del autobús. Lo he visto en Colombia y Venezuela, ya en los años ochenta. Al final hay ricos encarcelados y asustados en sus jaulas de oro, tan asustados como los pobres, que andan sueltos en sus barrios peligrosos.
Para los padres la seguridad  de nuestros hijos es vital, pero no hacemos ningún esfuerzo extra para evitar los verdaderos motivos que fomentan esa inseguridad tan temida.
Muchos de nosotros gastamos la vida trabajando para sostener esas ansiadas metas de bienestar y seguridad familiar y nunca nos hemos tomado el trabajo de pensar que... ¡con eso no alcanza!, que eso es fácil, que eso es lo que quieren los que deciden nuestras vidas, que esos mismos son los que tienen una carta de crédito para que nosotros vivamos inseguros y agonizantes de miedo.
Los hombres y mujeres normales creemos que cumpliendo con la vida que nos proponen ya hemos hecho los deberes.
Cada vez que escucho que "la política no me interesa" recuerdo aquello de que es la política la que determina nuestro presente y futuro. Todos podemos implicarnos en la política, incluso perteneciendo a una sociedad de fomento, asistiendo a reuniones de grupos sociales, gremios, partidos políticos, plataformas sociales etc. etc..o simplemente leyendo medios de diferentes tendencias y haciéndonos una idea, lo mas razonada, imparcial y desapasionada posible, para que el día que nos toque votar, nosotros que podemos hacerlo, no cometamos serios errores. Algunas personas dicen que no saben hacer política y con eso ya se excusan de implicarse.
No descubro nada nuevo si digo que los derechos de los que disfrutamos hoy se debe a millones de personas de los que solo un puñado "sabía de política", pero que no hubiesen logrado nada sin esos millones detrás.
Nuestro egoísmo suele acomodarnos en los logros pasados y nos exime de luchar hoy.
La política no nos pide mucho a los que no somos políticos, solo espera honestidad, sentido común y amor por el país...y jugarse por exigir todo eso.
Nuestros hijos y las generaciones futuras tendrán el bienestar y la seguridad que nosotros le hayamos conseguido desde hoy.
José Trillo Aran.

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Militares mexicanos custodiando una escuela.

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