En Argentina se suele ofender a una persona catalogándolo de CARACOL, sin diferencias de sexo ni condición social. Sirve para todos.
Bien, analicemos el porque de esta ofensa.
Un caracol es un animalillo BABOSO, para moverse necesita dejar la baba en su camino, lo que nos lleva a deducir que ser un baboso puede ser algo repugnante, pero este pobre bichito además de baboso tiene que arrastrarse para avanzar, lo que nos lleva a imaginarnos a un/a fulano/a que vive arrastrado y eso no es nada bueno para la condición humana, porque entre otras cosas, arrastrarse es sinónimo de inferioridad, debilidad, entrega o humillación .
Pero este molusco gasterópodo puede ser marino o terrestre precursor natural del motor home o casilla rodante tiene la desgracia de cargar con otro epíteto que causa poca gracia, a saber.....
¡cornudo!, por lo tanto ya tenemos que el pobre gasterópodo ya es
"baboso, cornudo y arrastrado" .
Este simpático bichito, no es tan inofensivo como parece, ni se lo puede tildar de tonto, primero porque sabe asociarse con otros de su especie y llegan a terminar con un jardín o un huerto en un plis-plas y son, cuando quieren serlo una plaga preocupante, y de tontos no tienen nada porque nunca firmaron una hipoteca para tener casa propia.
A mi los gasterópodos estos me resultan simpáticos, no me molesta ni su baba, ni que se arrastren ni que tengan cuernos, porque tener cuernos es sinónimo de ser engañado...¿y quien no fue engañado alguna vez?, todo el tiempos somos cornudos, nos hace cornudos una pareja, el gobierno, la empresa que nos ofrece un servicio que no nos da, el carnicero que nos vende carne de segunda como si fuera solomillo, nos engaña nuestra pareja si nos dice que hace treinta años que nos ama, cuando apenas nos soporta por cariño, amistad o conveniencia, en fin, lo de cornudos es relativo.
El problema no es ser un caracol auténtico, lo triste es cuando son "caracoles-humanos" y cuando son un plaga...¡ay mi Dios!... acaban con un país, se arrastran babosos detrás del poder, se comen las tiernas ideas frescas de futuro, arrasan con el fresco verdor de lo nuevo y dejan un tendal yermo, matando hasta la raíz del porvenir con su baba repugnante. Es lo que tiene ser un caracol, nunca se morirá de hambre y nunca le faltará tierra para arrastrase, pero todo tiene su castigo...y ¡un caracol nunca levantará el vuelo!.
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