martes, 10 de febrero de 2015

Duros para los cambios.

   Estoy convencido que uno de los lastres que retrasan nuestros avances, tanto en el plano personal como social es el haber cargado la mochila hace muchos años con algunas premisas que consideramos válidas y no ponerlas nunca mas en duda. Intentamos progresar en lo laboral y en lo referente al dinero y esto nos lleva a veces a asistir a algunos cursos de especialización o actualización laboral, pero es casi un hecho extraño que intentemos remozarnos en lo educativo, parece un pecado de desagradecimiento hacia nuestros educadores, sean padres o maestros. Es necesario revisar esas enseñanzas, cribar lo acertado de lo incorrecto, pero de esa posible criba, tan necesaria, el que suele ser separado es el que intenta progresar a base de nuevos pensamientos, poner en duda los valores recibidos es casi una traición para nuestros mayores. Sin embargo, aun con todas las resistencias, todo cambia, aunque a veces los cambios sean tan leves y lentos que no los notemos. La ciencia nos muestra el camino, con sus constantes preguntas y dudas a logrado avanzar como ningún otro aspecto de la vida humana. Nuestra desidia, comodidad o cobardía no nos ayuda mucho al momento de volver a cimentar nuestra forma de ser y pensar. Pueden pasar muchos años y seguimos con ciertas "seguridades" que aceptamos tanto tiempo atrás, así puede pasar que recordemos una "mala persona" que decretamos que lo era cuando nosotros éramos jóvenes inexpertos y no le demos la oportunidad de demostrarnos como realmente es... ¡y como igual se vive!, ahí queda ese ser humano archivado y clasificado para siempre, sin importarnos si aquel error era nuestro, sin darle la oportunidad de demostrarnos lo que posiblemente era en realidad, no vaya a ser que quizás el error fuera nuestro. En un país revisar la historia es vital para el presente y el futuro, es como acomodar las cargas a mitad del camino, pero nunca lo hacemos a nivel personal...¡y como igual se vive!, seguimos adelante, sin mejorar como podríamos, pero lo mas penoso es aceptar que no lo deseamos. Hace unos días me dijo mi mujer "hace tanto que ando con el bastón que ya no podría vivir sin él y casi ni me acuerdo como era caminar sin él", este pequeño ejemplo es una síntesis de lo que estamos acostumbrados a vivir. Vivimos con bastones de vieja hechura que nos dieron hace muchos, muchos años... y no sabemos vivir sin ellos... ¿O si?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario