domingo, 16 de agosto de 2015

SOLO TE LLEVASTE UN BESO...

Era un poco mas del mediodía, tal vez la una o algo mas de un día hermoso de primavera, salimos de la oficina y te dije:
-¿Te acompaño?.
-Bueno, dale.
Caminamos por Alem, y al llegar a la esquina de Lavalle, no recuerdo porque, cruzamos la plaza Bouchard en diagonal, tal vez recuerdes la plaza, yo no mucho, apenas del ombú frondoso y la estatua del glorioso corsario tieso y ninguneado en su pedestal, por las palomas, que eso es de admirar porque son los únicos bicharracos que se cagan democráticamente en todos los héroes, sin discusión ni privilegios y no se toman el trabajo de discernir si eran conservadores o progresistas.
Recuerdo que del río venía un olor extraño, tirando a óxido y a ocre, pero fresco a la vez, dificil de catalogar, como Buenos Aires, como vos. La verdad no recuerdo de que hablábamos, tal vez de la universidad o de como nos habíamos pirado temprano de la oficina, abusando una vez más del privilegio de ser empleados públicos y de la paciencia del jefe. El caso es que caminando en diagonal por la plaza y mirando hacia al frente pronto se podía ver el inmenso cartel del hotel Punta del Este, ¿o era Las Dalias?, bueno, para el caso da igual. Que extraño papel nos juega la memoria, por momentos lo recuerdo todo y en otros solo tengo vacíos, tal vez la brisa del río me quiso dejar los instantes de vos y de mi en esa tarde nueva donde el río olia a barro, a barcos de cascos oxidados, a grúas, a olor de asados en la costanera, a smog, a neumáticos calientes y a todo eso que huele Buenos Aires, tal vez la brisa de la memoria se llevó todo todo y solo quedaste vos, vos con tus miedos, vos con tus encantos, vos con tu sonrisa de primavera y tus ansias de mediodía de verano.
-¿Vamos al hotel?
-Bueno, dale.
En lo que no me falla la memoria es que por un momento quedé entre patidifuso y tieso como el bronce de Bouchard... y si te digo lo que pensé, lo mas lógico es que digas...¡que boludo!.
"Si no tengo un peso ¿conque voy a pagar el hotel?". Eso, pensé.
Claro que todo tiene una explicación, en aquellos años era inconcebible que una joven decente dijera con esa soltura..."Bueno, dale" y mucho más que un caballero no pagara el hotel. Cosas de aquellos años cuando la decencia y la virginidad eran sinónimos, cosas de aquellos años cuando aún un funcionario del estado no tenía una tarjeta de crédito para aprovechar ese cuerpo que Dios te dio y Santa María de los Buenos Aires bendijo, cosas de un joven inexperto que dejó pasar la primera vez de hacerlo con amor, porque vos me querías...
Y tenés que responder que si, obligada, al menos para salvar la decencia de aquella época.
"Solo te llevaste un beso", me dijiste la última vez, y no se si era un reclamo, una burla o que te mentías para salvar los recuerdos. No me diste nada mas que un beso, es verdad, pero fue por falta de dinero y porque era un boludo de pedestal... un pedestal mas alto que el de Bouchard.


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