Cuando llegamos a una edad, que podemos llamar avanzada y tomamos conciencia de que transcurrimos la última milla, suele aparecer en nosotros una necesidad de hacer un balance general de nuestra vida, como si a último momento pudiéramos corregir algo y como lógicamente el pasado se puede ocultar, solo para otros. El pasado es imborrable y se presenta imprevisto ante nuestra memoria, bien como un castigo, una vergüenza o un revivir reconfortante que nos hace feliz. El pasado es imborrable pero puede modificarse en nuestra memoria.
El ser humano tiene para cada situación una contra parte y así al hecho más infame, podemos encontrarle un justificativo, basados en un engaño a nosotros mismos acomodamos las cifras para que el balance final, nos de un saldo a favor, cosa que en un principio no terminamos de creernos, pero por efecto de la necesidad y la repetición de un justificativo falso, lo terminamos convirtiendo como cierto, es para cubrir una necesidad y no escatimamos mentiras, si fuera necesario, para auto abastecernos y cubrir esa falta, es que ya desde niños aprendemos a culpar a otros de nuestras culpas y fracasos, incluso creando en nuestras mentes infantiles "amigos invisibles".
Estas formas de justificación "a la carta", hace que al final no nos sintamos tan miserables y creamos de verdad que vivimos "a mi manera", como dice la famosa canción.
Es que al final todo queremos haber sido buenos, o haberlo hecho bien, aunque nos engañemos, una vez más.
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