Hace unos años estuve de visita en casa de un campesino canario, que además de ser un huésped excepcional, entre otras cosas y enseñanzas, me comento de sus luchas por sacarle buen rédito a su lucha diaria, los campesinos sufren muchas pequeñas batallas, como todos los autónomos para ganarse la vida, generalmente en una soledad que solo pueden soportar los hombres duros.
-Mire esta langosta- y me mostró el insecto que recogió del suelo, y que vaya a saber porque motivo murió mientras otras siguieron su camino.
-¡No es nada! con una pequeña presión de mis dedos la puedo espaturrar. y lo hizo, no quedó entre sus dedos sino una líquida repugnancia multicolor, la tiró, se limpio los dedos en la tierra y dijo.
-Así somos los trabajadores, pequeñas langostas...pero cuando estas se juntan acaban con todo-
Era un ejemplo simple pero muy clarificador.
Hoy que los vientos vienen contrarios a la comida de las langostas obreras, se necesita que se agrupen y en forma de flecha avancen cortando el viento, sino se ponen de acuerdo y vuelan cada una a su libre albedrío, morirán todas de hambre, no llegarán nunca a los campos dónde abunda la comida, y para salvar la vida tendrán que bajar a tierra y rebuscar los restos de la vegetación exigua para sobrevivir, pero los restos siempre son escasos, y muchas morirán.
Los vientos del egoísmo capitalista están frenando la vida de las pequeñas langostas, solo queda una alternativa, formar un cuerpo compacto de millones de insectos para poder avanzar, aunque sea agotador volar contra el viento, siempre será mejor estar agotado pero con la panza llena, que morir de hambre y sin luchar.
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