El tabú y la leyenda de los escritores fantasma
La sospecha de que muchos libros no los escriben quienes los firman siempre ha estado.
Muchas personas viven de ello en la sombra y algunos logran salir a la luz
Entre las leyendas y tabúes que acompañan a toda creación artística destaca
la de la verdadera autoría de la obra. En artes plásticas, por ejemplo, los
maestros clásicos tenían escuelas y sus alumnos hacían obras que el maestro
retocaba o afinaba y podía firmar. Incluso, dependiendo de su intervención en
ella, cobrar, si era por encargo. En literatura existe el escritor fantasma o
sombra, llamado coloquialmente negro, que siempre ha deambulado en el imaginario
colectivo y que tiene unas cuantas gradaciones o niveles. Claro, por todos es
sabido que todos los fantasmas no son iguales, ahí está Mario
Vargas Llosa que con 23 años fue el negro de una mujer rica y hoy es
Nobel de Literatura.
Tal vez la sospecha más extendida sobre el autor fantasma más popular o previsible es la que tiene que ver con las biografías, memorias o libros de ficción y ensayo que firman personajes millonarios, famosos, políticos o mediáticos. Firman ellos, claro, pero quien escribe es otro.
En el plano de la literatura, una de las leyendas más conocidas es la de Alejandro Dumas. Se dice que tenía un equipo de escribidores que realizaban lo que él les decía y luego él, Dumas, daba unidad a la obra. Tambien existe la práctica en algunas editoriales de rescatar algun libro de los muchos que reciben, pero antes de publicarlo lo someten a una reescritura, ya sea con un autor fantasma en toda regla o simplemente con un editor-autor-fantasma que mejora el “producto”, sin olvidar las editoriales que lo hacen por encargo. Este aspecto es una de las tramas argumentales de la última novela de Eduardo Lago, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee (Malpaso).
En el mundo editorial de los últimos años hay dos historias paradigmáticas:
la primera tiene que ver con Raymond Carver y su editor Gordon Lish quien no
solo ejerció su papel de gran editor al dar consejos y orientación a Carver
sobre su literatura, sino que eliminó párrafos y alteró algunos finales de sus
cuentos de De qué hablamos cuando hablamos de amor, influyendo
decididamente en lo que sería conocido como el “estilo Carver”. En España, un
caso cercano es el de Ildefonso Falcones y su best-seller La
catedral del mar (Grijalbo). Un día el abogado Falcones escribe una
historia, en la editorial la leen y ven que tiene posibilidades, hablan con
Falcones y llegan a un acuerdo para que al original le metan mano personas más
expertas, según ha contado el propio autor.
Tal es la fuerza, la intriga y el atractivo que ejerce el autor fantasma, o en la sombra, que es un tema abordado muchas veces por los escritores a través de la ficción. Uno de ellos es Robert Harris autor de The Ghost que Roman Polanski llevó al cine en 2010 como El escritor. En el ámbito hispanohablante otro caso que conjuga realidad y ficción, como el de Mario Vargas Llosa, es el del también peruano Santiago Roncagliolo y su novela Memorias de una dama. En ella el autor narra las peripecias de un joven escritor que recibe el encargo de una mujer ya mayor y rica para que le escriba sus memorias, cuando la novela se publica, los familiares de esa mujer reconocieron la historia y lograron parar su reedición en países como República Dominicana.
Otra vuelta de tuerca es el autor fantasma-sombra, otra categoría más oculta, aún. Es el caso de la dramaturga y política de la República, María Lejárraga que escribió los libros de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Aunque Lejárraga era conocida por obras como Canción de cuna y libretista de El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Falla, además de feminista, decidió permanecer oculta por amor y discreción.
En el caso de libros de escritores fantasma la autoría se bifurca, explica Roncagliolo: “La autoría está entre quien concibe la historia original y quien le da forma, la escribe. Un buen autor fantasma es el que nunca sabes que existe. Permanece en el anonimato”.
La rumorología, la duda, la sospecha, es decir la leyenda y el tabú, que alimenta la creación literaria habla de todo tipo de autores que habrían recurrido a los servicios de estos escritores sombra, y que van desde Shakespeare hasta Stephen King.
Tal vez la sospecha más extendida sobre el autor fantasma más popular o previsible es la que tiene que ver con las biografías, memorias o libros de ficción y ensayo que firman personajes millonarios, famosos, políticos o mediáticos. Firman ellos, claro, pero quien escribe es otro.
En el plano de la literatura, una de las leyendas más conocidas es la de Alejandro Dumas. Se dice que tenía un equipo de escribidores que realizaban lo que él les decía y luego él, Dumas, daba unidad a la obra. Tambien existe la práctica en algunas editoriales de rescatar algun libro de los muchos que reciben, pero antes de publicarlo lo someten a una reescritura, ya sea con un autor fantasma en toda regla o simplemente con un editor-autor-fantasma que mejora el “producto”, sin olvidar las editoriales que lo hacen por encargo. Este aspecto es una de las tramas argumentales de la última novela de Eduardo Lago, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee (Malpaso).
Tal es la fuerza , la intriga y el atractivo que ejerce el
autor fantasma, o en la sombra, que es un tema abordado muchas veces por los
escritores a través de la ficción
Tal es la fuerza, la intriga y el atractivo que ejerce el autor fantasma, o en la sombra, que es un tema abordado muchas veces por los escritores a través de la ficción. Uno de ellos es Robert Harris autor de The Ghost que Roman Polanski llevó al cine en 2010 como El escritor. En el ámbito hispanohablante otro caso que conjuga realidad y ficción, como el de Mario Vargas Llosa, es el del también peruano Santiago Roncagliolo y su novela Memorias de una dama. En ella el autor narra las peripecias de un joven escritor que recibe el encargo de una mujer ya mayor y rica para que le escriba sus memorias, cuando la novela se publica, los familiares de esa mujer reconocieron la historia y lograron parar su reedición en países como República Dominicana.
Otra vuelta de tuerca es el autor fantasma-sombra, otra categoría más oculta, aún. Es el caso de la dramaturga y política de la República, María Lejárraga que escribió los libros de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Aunque Lejárraga era conocida por obras como Canción de cuna y libretista de El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Falla, además de feminista, decidió permanecer oculta por amor y discreción.
En el caso de libros de escritores fantasma la autoría se bifurca, explica Roncagliolo: “La autoría está entre quien concibe la historia original y quien le da forma, la escribe. Un buen autor fantasma es el que nunca sabes que existe. Permanece en el anonimato”.
La rumorología, la duda, la sospecha, es decir la leyenda y el tabú, que alimenta la creación literaria habla de todo tipo de autores que habrían recurrido a los servicios de estos escritores sombra, y que van desde Shakespeare hasta Stephen King.
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