jueves, 2 de julio de 2015

Tsipras, ¡nunca podrás ser Leónidas!

Nos cuenta la historia que el rey Leonidas le hizo frente a Jerges con un puñado de hombres valientes,los griegos apenas lograron juntar unos siete mil hombres mientras el persa acumulaba unos doscientos cincuenta mil guerreros, y a menos que sea una mentira histórica aquellos griegos eran valientes y no dudaban en jugarse la vida por salvar a su país. Eran otros tiempos y otros griegos.
La troika comandada por Jerges, estaba decidida a quedarse con las riquezas griegas y sus soldados ya disfrutaban de antemano la rapiña y las violaciones que iban a cometer en cuanto pasaran a cuchillo, o espadas en ese caso, a esos trescientos boludos, ya olian la frescura de yogur griego y el sudor joven de la piel de las virgenes atenienses y todas las otras que aparecieran por la autopista que unia las Termópolis con la Citi. Como en toda buena historia humana no podía faltar un traidor y nos cuenta que un tal Efialtes, les señaló a los troikianos como atacar por la retaguardia a los defensores, y claro, por mucho que estos siete mil tuvieran mucho de lo que hay que tener, eso que solemos ubicar en la geográfia de la entrepierna...¡ los iban a reventar!, consciente de ello Leonidas al que los amigos llamaban "Alexis el bolivariano" se la jugó a todo o nada y ordenó que el ejercito se disolviera y que solo él y trescientos piraos como él se quedarían para hacerle frente a la troika encabezada por Jerges. Sabía que quienes lo acompañaban eran duros de roer, pero además debía elegir muy bien el lugar para luchar y eligío un paso entre montañas que se llamaba Termópilas algo que se puede traducir como "puertas calientes" y que hoy se podría rebautizar con el nombre de "deudas calientes". Leonidas y esos trescientos locos se enfrentaron en ese pasadizo angosto donde los troikianos no podían entrar porque eso estaba como el metro en hora punta, apretujados comprobaron que no tenían lugar ni para desenvainar una navaja suiza, lo que aprovechaban los amigos del bolivariano, que contaban con espadas cortas y los esperaban en primera fila, era solo cuestión de ensartarlos como a chorizos en la parrilla...¡y como chorreaban jugo!.
Claro que eran otros griegos aquellos griegos. En Atenas y en otras ciudades, mujeres, ancianos y niños respaldaban a Alexis Leonidas y se preparaban ¡todos a una! para defender su patria, los niños darían la vida para salvar la camiseta de Varoufakis, que era el último ganador de carreras pedestres en las Olimpiadas (una especie de Messi para aquellos niños), las viejas para cuidar la virginidad de sus hijas y los ancianos para salvar las bolas... de petanca. Toda Grecia estaba unida detrás de Leónidas, también conocido como "el díscolo amigo del coletas" y claro, así, todos unidos un país puede vencer a cualquier Jerges.
Miles de años después de aquellos griegos quedan pocos, la mitad como mucho, la otra mitad son blanditos a los que se los amenaza con un corralito de una semana y ya se rinden, les demuestran que están en un pozo sin salida y les recomiendan que sigan cavando, y ellos siguen cavando.
Aquellos griegos tenían una causa nacional y acabaron con el inmenso ejercito de Jerges. Hoy vuelve el rey persa disfrazado de amigo equino de Troya, (o de Bruselas o de cualquier lugar) pero los griegos de hoy tienen otras ideas, no creen en la guerra que se desarrolla cada día en lujosas oficinas, ni que estos señores de finas corbatas de seda, quieran lo mismo que deseaba Jerges. Eran otros griegos aquellos. Otra Grecia sin tantos Efialtes.
JTA

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