viernes, 6 de enero de 2012

Costumbres argentinas.

 
Los primeros cumpleaños, en mi lejana infancia, se festejaban en la casa del homenajeado. Sólo nos servían chocolate con vainillas y la torta era casera, de bizcochuelo y dulce de leche, pero siempre con velitas. En realidad no me acuerdo de ninguno en particular.
Allá por el tercero o cuarto año de la secundaria, empezaban a llover invitaciones en cartulinas blancas con letras doradas: ¡Llegábamos a los cumples de los 15!
Hasta que alguien inventó los cumpleaños de los números redondos: festejar así los 40, 50, 60, 70... ¡Y estuvo genial!
Por suerte está de moda encontrarnos con gente vieja, gorda, pelada, hecha pelota, sorda, desdentada y canosa que alguna vez bailó, fue de levante y de joda como nosotros.  Es casi, casi la Fiesta de la Nostalgia.

Y de pronto nos invitaron a una, justamente cuando hacía mucho tiempo que no teníamos una salida formal, y había que ir bien empilchados.
-No tengo idea qué ropa ponerme -le dije a mi mujer.
-¿Vos no tenés idea? -me contestó- ¡¿Y yo, que la última vez que me sacaste fue cuando vinieron Los del Cuarteto Imperial al Club Comunicaciones?!

Como faltaban varios días para la fiesta, nos empezamos a probar trajes, camisas, vestidos, blusas, pantalones, zapatos, cintos y corbatas.
Todo nos quedaba estrecho y no permitía que se prendieran los botones.
Lo que no nos ajustaba la panza, nos estrangulaba el cuello.
Los zapatos nos comprimían los dedos...
Los tacos altos de mi mujer le eran un verdadero suplicio.
Nos sentíamos como matambres dentro de la ropa que nos oprimía.  Como todavía quedaban unos días la convencí para llevar a la modista la ropa que nos probamos. Habría que agregarle, cortarle, ponerle o sacarle (más ponerle que sacarle).
La modista arregló varios vestidos y blusas, ensanchó trajes, camisas y sacos y pantalones sports.
Cuando llegó el día del cumpleaños éramos otra cosa, nos movíamos con cierta gracia, incluso ensayamos a hacer  como que saludábamos al llegar. Después probamos una vez (¡sólo una vez!) a agacharnos, e hicimos como que bailábamos para saber de antemano si algo de aquellas pilchas se rompería, se despegaría, se desarmaría o se descosería en algún momento.
Quedamos bastante conformes, pero nuestros hijos nos cerraron la puerta de calle con llave por fuera y nos prohibieron salir vestidos así. Nos amenazaron con no dejarnos ver nunca más a nuestras nietas.
¡Pero nuestra rebeldía efervescente y sesentona no se rinde!. Saltamos por la ventana y contentos y rejuvenecidos nos fuimos al encuentro de los compañeros de una generación pujante y vital. 

Abrimos la puerta doble del salón y José nos esperaba como si fuera una quinceañera... Le dimos el regalo a la vez que, en un segundo, pudimos observar a todos los invitados y también pudimos ver que casi todos estaban matambreados.
El buffet-froid estuvo estupendo, los mozos bandejeaban bocaditos, empanadas de copetín, brochettes de diversos gustos.
Luego invitaron a los comensales para que se sirvieran de unas mesas perimetrales adornadas con manteles hasta el piso.  Jamones crudos, pavita, langostinos, quesos sabrosos, salmones y arenques Palmitos, aceitunas gigantes,  mayonesas, tomatitos cherry con condimentos.
Luego, cuando sirvieron desde unos fuentones con mechero los platos calientes que se comían de parado y ahí comenzaron los problemas.
-Raviolitos y ñoquis al verdeo.
-Mollejitas fritadas con salsa de cuatro quesos.
-Choricitos con blanco de ave a la pomarola.
-Camarones con salsa provenzal.
Todo bien servido a los 200 comensales que, apretaditos y de pie durante la recepción, sosteníamos un plato caliente con una mano, el tenedor con la otra, el vaso de whisky con la otra, saludábamos a un amigo con la otra y un leve pero persistente temblequeo de párkinson en todas las manos a la vez..
El desparramo de salsas fue inevitable...
Al toque me mancharon el traje 3 veces, una con salsa roja, la otra con aroma a ajillo y otra con una crema espesa.
Y, por fin pasamos al salón principal.
Nos sentaron en una mesa grande con otras personas.
- ¿Quién es el señor canoso que está al lado mío? -le pregunté en voz baja a mi mujer.
- Es Carlitos, fueron compañeros de la secundaria y es tu actual peluquero.
- ¿Carlitos?... Hace diez minutos que estoy conversando con él y no me daba cuenta de dónde lo conocía. Está hecho pelota. No se mantiene como me mantengo yo.
Giré, le pasé el brazo por la espalda y tratando de disimular le dije:
-¡Carlitos viejo y peludo!...¡Estás igualito Carlitos!!
-Y vos estás hecho bolsa - me dijo y empezó a toser de tal manera que la mujer se tuvo que parar a atenderlo.
-Levantá los brazos, viejo. Tomate una cucharada de este jarabe por favor, tenés que cuidarte, a vos te faltan dos años para tu cumpleaños de 70 y te quiero organizar una fiesta.
Enfrente a nosotros, en la misma mesa, estaba Beto con su esposa que se había puesto toda la pintura que encontró en la casa, incluyendo una mano de antióxido, otra de enduído, dos de fondo y dos de esmalte sintético..
Beto se me acercó y en secreto me dijo:
- ¿Te acordás de Mónica? ¿Te acordás que estaba que mataba? ¿Te acordás que todos estábamos enamorados de ella en facultad? ç
Algún gesto debo haber hecho porque mi mujer se avivo que hablábamos de minas y me pisó sin querer con los dos tacos aguja.
-¡¡¡Mirá para la pista... Salió a bailar con el marido, mirála!!! -me dijo Beto, babeándose. 
Giré la cabeza y solo conseguí ver a una señora mayor, entrada en años, pero mucho más en nalgas que se movía con mucha gracia y poco esposo. 
-No la veo -le dije- debe de estar bailando atrás de la gorda culona....
La conversación en la mesa se fue poniendo linda… Todas las frases comenzaban con:
"¿Te acordás de...? ¿Vos estabas el día  que...?", "El que no está bien es... ", "¿Sabés quien tuvo otro nieto...?", "Viste quién se murió…?".  Cuando alguien trataba de recordar quién fue el que hizo tal o cual cosa en los años 60, aparecían los… "¿eeeehhhh?", "¿Cómo era?..." "El petiso..." "¿Cómo se llamaba el petiso?... "
Y las conversaciones fueron más o menos así…
-¿Y ustedes ya tienen nietos? – preguntó un invitado al que se le movía la dentadura postiza.
-Sí, una - le decía la mujer.
-¿Dos nietas ya?
-No, una sola.
-¿Dos varones? ¡Mirá vos!
-¡¡¡UNA, UNA NIETAAAA!!!
-¿Neneta? Qué lindo nombre. Disculpá que no te escucho bien. Están poniendo la música muy alta. A ese jovencito que está con el combinado deberían calmarlo un poco.
-Acá tengo una foto de mis nietitas - le dijo mi mujer a otro invitado..
- Ni te molestes - contestó - sin los lentes no veo un pomo.
La fiesta estaba bien buena, el disc jockey pasaba de Zapatos Rotos a Yo en mi casa y ella en el bar y de La Lambada a La Felicidad.
De la pista me hacía seña un pelado que oficiaba de locomotora para que saliéramos a bailar con el trencito.
-¡¡¡Vamos cheeee!!! ¡Manga de aburridos!! ¡Cómo en los sesenta, negro! ¡Vengan cheee!
Dos veces me tenté y dos veces me senté. Dos veces me paré y dos veces mi mujer me pegó un pellizcón en zonas de compromiso, me aplicó el plan taco aguja y me gritó en secreto al oído:
-¡¡¡Esperá a los lentos, si bailamos esto se nos descose todo!!! ¿Por qué no vas a fumar un cigarro afuera con Carlitos y Oscar? Ahí viene el mozo ¿Te pido algo?
- Sí, pedime un trago largo con Hepatalgina, Chofitol y un toque de Sertal batido con bastante hielo. Estoy repitiendo todo lo que comí. Ya vengo.
-Mi amor -me dijo mi mujer cuando me paré- llevá el celular por las dudas y llevá también este papel con el número de mesa anotadito que después te la pasas buscando por todo el salón.
Afuera aprovechamos para recordar todas las minas que estaban buenas y nunca nos dieron pelota, todos los nabos a quien les quedamos debiendo una trompada y todos los campeonatos que nunca ganamos.
En la vereda de enfrente alcanzamos a ver que Beto hablaba con una señora, le mostraba la cédula y le preguntaba  donde quedaba el salón en el que había estado un rato antes festejando un cumpleaños de 70.
El baño estaba de lo más concurrido, flojos de vejiga y prostáticos agrandados nos encontrábamos a cada rato en los mingitorios.
¡¡¡Eso sí que estaba divertido!!!
Desde adentro, el tipo del parlante avisaba que había aparecido una señora llamada María que no encontraba la mesa y que estaba junto al tipo que pasaba la música. Que fueran a retirarla allí.
Fue una fiesta inolvidable, a las 11 nos tomaron la presión a todos y un enfermero atendía sin costo a los que se sofocaban bailando.
El cardiólogo hacía bajar la presión de los más graves con comprimidos sublinguales. Por suerte el aparato para electrocardiogramas no se usó.
Para tranquilidad de todos avisaron que una ambulancia del SIES hacía guardia pasiva en la puerta del salón.
Junto con los souvenirs, en un detalle realmente novedoso, (José es un detallista) a los que queríamos seguir tomando cerveza nos iba entregando pañales descartables.
¡Formidable invento esto de los cumpleaños de números redondos... Y que se pongan de moda justo ahora, que todavía estamos hecho unos potros!

(Si se te ocurre reenviar esta postal, dejale la letra grande, pues la mayoría de tus amigos ya no ve un carajo) 
 
Matambre: Carne de vaca tambien conocida por "sobre barriga", tambien se denomina así a un embutido que lleva este corte de carne, relleno y arrollado, que se lo ata fuerte con hilo (cordel) para poderlo cocinar y que no se le salga el relleno. matambreado: apretado
Pilchas: palabra de los indigenas para referirse a la vestimenta: Empilchado: Vestido.
Mozo: Camarero
 
Por gentileza de E. Piedrahita - desde Bs As.

No hay comentarios:

Publicar un comentario