domingo, 11 de enero de 2015

Los derechos que nos otorgamos en nombre de la superioridad.

   Como sería de esperar los asesinatos de los dibujantes franceses deberían hacernos recapacitar y replantearnos muchas actuaciones basadas en supuestos derechos que nos otorgamos, pero que si tuvieramos el valor necesario de analizarnos de verdad, los retiraríamos de nuestro listado de derechos.
   Europa tiene una historia de constantes guerras, cuando no fueron y son dentro son o fueron afuera, es nuestra gran Europa la que cometió, en espacio de pocos años las dos grandes guerras, una clara demostración de la idiotez de tropezar dos veces con la misma piedra. El gran error que nunca nos permitirá una paz verdadera, está a mi modo de pensar, en el hecho de considerarnos superiores y arrogarnos el derecho de hacer o fabricar el mundo tal cual nos convenga o que imaginemos. Creo que con solo dos ejemplos históricos alcanzará para darnos cuenta que hemos matado a más de doscientos millones de personas en los últimos cinco siglos con plena tranquilidad de que vamos haciendo el bien por el mundo. Al descubrir América no tuvimos empacho en acabar con millones y millones de personas, (se estima entre setenta y noventa millones) en nombre de la salvación de esas almas y el imponer nuestra civilización superior. No importó mucho si esa gente quería el cambio, no señor, se lo impusimos y el que no lo aceptaba era cadáver.
   La ambición y la rapiña dieron rienda suelta a todo tipo de barbaridades y como no podía faltar también a las justificaciones y a las necesarias tergiversaciones para tranquilizar la moral de los pocos críticos, se llegó a tales extremos de hipocresía y desfachez que se dieron títulos nobiliarios, que eran lo más por aquellas épocas a piratas que no dudaban hundir barcos para robar sus cargas, que era como el segundo capítulo de la misma novela, pues previamente esas víctimas también habían hecho lo mismo. O sea que nos inventamos una moral a la medida. Otro tanto surgió con el descubrimiento de África, nuestra raza superior y nuestra avanzada civilización, mató, violó, robo, y hasta esclavizó a millones de personas que solo habían tenido la desgracia de estar en su tierra y ser diferentes. Con esa experiencia hemos construido nuestros valores y nos atrevemos a lucirlos sin tachas, ni revisiones y quinientos años después los utilizamos e imponemos donde nos plazca, siempre con el previo convencimiento de las masas de que estamos haciendo las cosas correctamente...¡faltaría más!.
   Para hacer entretenida nuestra historia vamos cambiando de lugar nuestras siempre esperadas intervenciones y allá vamos, nos esperaban en Corea y Vietnam y cuando no es Afganistán es Libia, cuando no Irak, Somalía nos quedaba de paso y por cuidar nuestras multinacionales hicimos un desparramo, y para no dejar nada al azar financiamos rebeldes o "buenos gobernantes" para que cuiden nuestra rapiña como hace Francia en Mali o Mauritania. Atacamos algunos países justificándonos en sus costumbres atrasadas, sin embargo miramos para otro lado cuando las mismas costumbres se aplican en Arabia Saudita, porque su rey es nuestro amigo. Una vez, cuando era niño, pisé una cucharacha con toda la violencia, un vecino me preguntó ¿por que lo hiciste?, recuerdo que no supe que contestar y me senti avergonzado. Así vamos por el mundo, aplastando cucarachas, porque siempre son eso, aunque hoy sabemos porque, por robarles lo valioso que tengan. Y no queremos hacer un examen de nuestras costumbres, ni valores, tenemos tan asimilado que estamos en lo cierto que hoy nos burlamos de los científicos que nos avisan que hay que cambiar nuestro modo de vida para preservar el planeta, igual que nos burlamos durante cinco siglos de los indígenas que adoraban a la madre natureleza. Somos tan hipócritas que nos atrevemos a cambiar términos y condiciones para justificar nuestros actos, por lo tanto podemos llamar terroristas a los que se defienden de una invasión nuestra, somos tan intolerantes que obligamos a cambiar a otros a los golpes, como hicieron durante generaciones los padres que obligaban a sus hijos a alcanzar un nivel de aprendizaje educativo o social, que tal vez los niños no podían, o que tán solo no concordaban con los tiempos de otros, sin respetar sus propios tiempos, igual que hacemos hoy con pueblos retrasados, los intentamos cambiar a tiros...mientras los esquilmamos, claro. No sé, supongo que tenemos mucho que hacer para reeducarnos, pero ¿lo queremos?. Imagino que un mundo respetuoso es posible, que la paz no es una útopia, que tenemos mucho por hacer para estar entretenidos en conseguirlo, pero no lo queremos, ni siquiera sabemos escuchar al otro, ¿como podremos lograr un encuentro de civilizaciones si no lo queremos?.
  Habrá que seguir así, matando y muriendo y cada uno otorgándose una razón válida, llorando a nuestros muertos y desvalorizando el dolor de nuestros enemigos. Es tán dificil, pero al menos yo intento no engañarme, y se que no soy mejor persona que mis supuestos enemigos.
J. TRILLO ARAN

2 comentarios:

  1. Muy claro tu comentario pero lamentablemente van a seguir con sus guerras porque negocios son negocios y los muertos valen cuando son de nuestro lado y hasta que pase la conmoción del momento Saludos Alicia

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  2. Lo sé, pero debo seguir diciéndolo para no insensibilizarme... o caer en la depresión.

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