domingo, 27 de septiembre de 2015

LAS DIFERENCIAS QUE NOS IGUALAN.

Dicen que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad y tienen razón. Y aunque fuera mentira nos educan para convencernos de que esa mentira es una verdad indiscutible. Quien escribe fue una vez un galleguito que de pequeño emigró a la Argentina, allí se crió como un argentino mas, por lo tanto asimiló un monton de verdades, medias verdades y falsedades descaradas, tal vez los mismos aprendizajes que hubiese conseguido de habernos quedado siempre en Galicia. En Argentina aprendí que la bandera celeste y blanca era la más bonita, que la historia de ese país era casi una obra perfecta de humanidad y libertad, que no se comía en ningún lugar como en Argentina, que las mujeres argentinas eran las mas bellas y que su pueblo era muy superior a otros en educación y que en casi en todo "éramos los mejores del mundo". Un buen día y por tener pulgas en los pies se me ocurrió emigrar a Venezuela, allí volví a escuchar que no hay nada mas rico que un sancocho de pescado o unas arepas, que la belleza de las venezolanas era incomparable por ser una mezcla exacta entre blancos y oscuros, que le dan un mestizaje donde lo mejor de cada raza se cotiza al alza y que la bandera era un canto a la libertad y que Simón Bolivar era el Maradona de los libertadores....¡y era venezolano!. Con los años anduve otros caminos y un poco aquí y otro allá fui descubriendo que a los marroquies le lavaron el cerebro con las mismas historias, creen que comen el mejor Tahine del mundo, pero no le cuentan que es un vulgar estofado que se come en tantos otros países y que mi madre de origen gallego lo hacía mejor, creen que su bandera los representa como un pueblo muy especial. En España es mas de lo mismo, el pueblo cree que en ningún lado del mundo se come como aquí, creen de verdad que son los inventores de la buena gastronómia y que el resto del planeta come vidrios. Nunca viví en Rusia, pero apostaría que los rusos creen que son los mejores del mundo en las mismas cosas, que su bandera es "la bandera", que sus platos son alta cocina sin comparación mundial y que su historia es un ejemplo a seguir de valor y sacrificio.
Claro que a los argentinos nunca les contaron de la vergüenza histórica de la guerra que se llamó La Triple Alianza", donde junto con Brasil y Uruguay acabaron con un Paraguay que era un ejemplo en economía y educación, una guerra propuesta por los intereses económicos de Inglaterra que no soportaba que los paraguayos fueran el único país sudamericano que no aceptaba sus "emprestitos" y fuera la única nación que no le debiera dinero. Tampoco les contaron que eso de ser el país mas europeo de América era parte de un servilismo para las potencias dominantes y que lo de matar indígenas por millones era algo programado y aún hoy los argentinos de la city pasan por delante de la estatua de Julio Argentino Roca, y creen que fue un héroe de verdad.
Hoy con tantos años vividos aquí y allá, me doy cuenta que a los seres humanos nos une y nos distancian las mismas frases hechas, las mismas mentiras, las mismas ideas que a veces nos enorgullesen. Cada pueblo vive con sus insignificantes orgullos de entre casa y nos olvidamos que en el fondo somos iguales, en lo básico y esencial, todos los hombres del mundo deseamos las mismas cosas y todos siendo víctimas de cliches creados y fomentados por miserables seres humanos que hacen su negocio, dividiendo en razas, nacionalidades o pequeñas diferencias culinarias... todo vale para dividir.
Pero el vivo vive del tonto... y mientras los argentinos se crean que sus "minas" son las mas lindas, los rusos que su vodka es el mejor, los marroquíes que son los preferidos de Alá, que los españoles son dueños del buen comer, los franceses los reyes del queso y el champagne, y los alemanes el ombligo de Europa, entonces, todo seguirá igual, divididos, jodidos, guerreando unos contra otros, mirándonos de reojo entre creyentes de diferentes dioses, imponiéndonos barreras sin darnos cuenta que esto no es una lucha entre pueblos, sino la eterna guerra de clases, una distracción militar, una técnica de guerra para dividir y para que siga dominando un pequeño grupo de poderosos ambiciosos y enfermos de poder.

 

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