A pocas horas ya de que abran las urnas, todos los 
sondeos oficiales y oficiosos dan como ganador de las legislativas 
españolas a Mariano Rajoy de nuevo, líder del Partido Popular. Perderá 
escaños pero el PP será el partido más votado, de acuerdo con las 
encuestas. Se da la gran paradoja nuevamente de que en un momento de 
enorme efervescencia e interés político en la sociedad, va a ganar, si 
se confirma, un partido de la derecha más rancia y, sobre todo, más 
turbia. Porque lo ocurrido en esta legislatura se sale del ámbito de la 
ideología, podríamos estar hablando del budismo del partido Nuevo 
Kōmeitō japonés y los hechos acontecidos seguirían siendo igual de 
escandalosos. 
 No me diga usted, votante del PP, que 
no lo sabe en el fondo. Le convencieron –porque usted quiso creerlo- de 
que Zapatero, al frente del PSOE, fue quien personalmente se acercó a 
Nueva York, a la sede de Lehman Brothers –con su siglo y medio de 
historia a cuestas- y se puso a picar sus cimientos hasta que lo hundió.
 Luego sopló desde allí y se fue a pique todo el sistema financiero 
internacional. Tras esa prodigiosa hazaña, remató dejando vacías las 
arcas del Estado y de postre la hucha de las pensiones. Usted sabe que 
su partido y cuantos medios y personas trabajan cristianamente por 
difundir su mensaje igual exageran un poco cuando le inducen a 
convencerse de estas historias pero usted cree que no hay nadie mejor 
que el PP. Y para mantener su hegemonía vale todo.
  
 No me diga que se ha tragado que la corrupción en el PP 
solo atañe a unas pocas –unos cientos- de manzanas podridas que han 
engañado la buena voluntad de la mayoría de los conservadores y en 
particular de ese ser tan honrado y trabajador que es Mariano Rajoy. 
 No me niegue que piensa que hay asuntos en los que es mejor mirar para 
otro lado. La derecha tiene privilegios 'de toda la vida de dios'. 
Obtener beneficios del 'mejor hacer', la estirpe y la posición es lo 
normal. No es corrupción estrictamente. Es como cuando los maridos se 
“desahogaban” con las criadas. Una prerrogativa. 
 No 
me diga que usted no sabe que robar siempre es a costa de otro. O en qué
 se asienta “la recuperación”. Que las políticas de derechas benefician a
 algunos –a las clases que lo merecen pensará usted- y deja víctimas, 
muchas, en el camino. No me diga que desconoce que, por esa causa, un 
tercio de los niños en España han entrado en la pobreza y no comen lo 
suficiente. O que prescinde del hecho que ha llevado a muchos de sus 
conciudadanos a no poder ni encender la calefacción o enchufar el 
frigorífico porque durante el mandato del PP ha aumentado en un 69% la 
pobreza energética. O de la cantidad de jóvenes y no tan jóvenes que han
 tenido que marcharse porque no hay trabajo. O los sueldos que se pagan 
ahora. ¿No lo sabe? Sí, claro que lo sabe. Como tantas otras cosas que 
voluntariamente quiere obviar.
 Porque usted, como 
votante de derechas, es una persona “A mí”. Cuando le preguntan en las 
encuestas, lo primero que sale de su boca es ese “A mí”. “A mí lo que me
 importa”… es la situación económica, dicen por ejemplo. La suya. No me 
diga que no se ha enterado del aumento de las desigualdades producido en
 este período. Acepte  que le importa lo mismo que las pieles de los 
plátanos. Y sus consecuencias no le restan ni un minuto de sueño.
 No me diga que para usted lo peor que pudo pasarle a España fueron las 
ideas subversivas de la Ilustración o cualquiera que implique un avance.
 No me cuente que usted no sabe que privatizar y recortar en sanidad y 
educación daña a quienes no tienen recursos. Admita que su lema de vida 
es que mientras a usted le vaya bien, el resto que se apañe. Y que para 
usted la educación a veces es saber de más. O que  “el orden”, en su 
criterio, no es sino reprimir las conductas que a usted le parecen 
impropias, por obligación e incluso por la fuerza. No intente 
convencerme de que los niños vienen de París.
  
    
No me diga que no se ha enterado del aumento de las desigualdades producido en este período
 
 Es la 'España que bosteza' de Machado, mientras teje la 
cárcel para otros. El resto bulle en este momento de vibrante 
ciudadanía, aunque también conviene que no ignore verdades que le 
atañen.
 No diga usted, seriamente, que el PSOE es un 
partido socialista volcado en defender los derechos de los más débiles. 
No intente hacernos creer que se ha regenerado en la medida que le 
demandaba la sociedad. No me diga que no aspira a recibir votos por ser 
menos malo que el PP entre los que todavía se aferran al bipartidismo. 
  ¿Y usted? No intente convencernos de que Ciudadanos es de centro. O 
que no es machista. O que funciona mejor para una sociedad el buscarse 
cada uno la vida como en la selva. Deje estar a Dinamarca, coteje todos 
sus extremos antes de abrir la boca. No alardee de que conoce algún país
 donde su ideología haya funcionado sin dejar a muchas personas en el 
camino.  ¿Usted también es “a mí”? Tiene todo el derecho, sin duda, pero
 sabiendo lo que hace sin buscarse excusas.
 ¿Y usted?
 No me diga que no teme (aunque sea apasionante) los retos de trabajar 
por una sociedad más justa e igualitaria. El vértigo de no saber cómo 
resultará porque puede haber mochilas que cargar o liderazgos y personas
 que no le entusiasman al 100%. Si habrá temple para aguantar las 
zancadillas. No me diga que no duda. Pero ni se le ocurra dudar de que 
otros cuatro años más de lo mismo es, entre todas, la peor de las 
pesadillas.  
 No me digan todos ustedes que no saben 
con qué profusión y método se trabaja para que nada cambie 
sustancialmente en España. O para aparentar cambios asumibles que no 
intranquilicen a los “A mí”. No nos hagan creer que no se han dado 
cuenta de cómo todo, hasta las mayores vilezas, son aprovechadas para la
 causa sin asomo de pudor. No me digan que se lo tragan. No pretendan 
que no llamemos a esto también corrupción.
 A estas 
alturas de la historia, los destrozos y el dolor, no me digan todos 
ustedes que no saben lo que ocurre. No eludan responsabilidades. Porque 
se ha escrito, argumentado, detallado y lanzado a los cuatro vientos. 
Con todos los matices. Porque algunas voces ya se han quedado afónicas. 
Quien hoy no sabe es porque no quiere saber o no le importa lo que 
implica. Porque muchos españoles saben, es por lo que la política está 
cambiando. No nos digan que todo va a ser igual o muy parecido. Con las 
mismas o redobladas trampas, con la misma soga que de puro podrida 
hiede.
 Quizás fue el poeta Jaime Gil de Biedma quien 
mejor sintetizó nuestro drama: “De todas las historias de la Historia 
sin duda la más triste es la de España, porque termina mal. Como si el 
hombre harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el 
gobierno y la administración de su pobreza".
 Harto de
 luchar con sus demonios… les encarga el gobierno. Y así siempre. En 
1912, otro poeta, el gran Antonio Machado, escribió: “ya hay un español 
que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra 
España que bosteza” .  
 El español que "empezaba ya "
 a vivir hace más de un siglo sigue aguardando el momento. Pocas veces 
se ha visto en mayor oportunidad que ahora. El bostezo inmisericorde 
también se mantiene firme dispuesto a frenar una vez más la regeneración
 que necesita este país inexcusablemente. Saber, claro que lo saben. Y 
se trata de saber y consentir o saber y actuar para cambiar. El domingo 
abren las urnas para todos.