jueves, 11 de febrero de 2016

La calma que precede a la tormenta.

En España estamos desorientados, muchos ciudadanos no saben a que atenerse al momento de entender la realidad.
Pasan los días y los ciudadanos seguimos sin saber quien nos gobernará y para que. Nos distraen con propuestas, muchas de ella falsas, como, por ejemplo, la reforma de la Constitución y la reforma electoral, ninguna de ellas serán serías, ni profundas, solo un para de retoques por aquí y por allá de cara a la galería, ya que en esas instancias se necesitará al PP, que no quiere que cambie nada. Mientras tanto el PP sigue a lo suyo, proclamando una limpieza general de corruptos, cacareando una transparencia que solo dura unos días, hasta que aparece un nuevo caso de corrupción. Entonces se afanan en salvar al corrupto de turno, como han hecho esta semana con Rita Barbera, la ex- alcaldesa de Valencia amenazó con abrir la boca y enseguida se la cubrió con un aforamiento que no caducará por mucho tiempo...y luego ya veremos.
Los ciudadanos españoles estamos mareados, como drogados, a punto de caer desmayados de tanto respirar olor a pudredumbre, con una sensación de que si damos un paso sobre las baldosas flojas de esta democracia hecha a la medida para el saqueo, saltará más corrupción, más mierda. Los ciudadanos estamos tan desorientados que ya nos importa poco quien gobierne, estamos tan cansados de la corrupción que votamos como votamos y espero que sirva para algo, porque si España no se limpia en la próxima legislatura, el cansancio se convertirá en rabia y la rabia suele terminar en violencia, o votando a un mesías regenerador (aunque sea aún peor) que nos de la ilusión de que se limpia la casa.
La corrupción es inevitable, como todos los fallos humanos, pero el detalle es la cantidad y el precio a pagar cuando la justicia funciona. La corrupción es como el colesterol malo, tiene que estar, pero en límites que no dañe el cuerpo social, pero, se elevó tanto en las últimas décadas, que o lo bajamos a niveles razonables, o nos terminará matando la paciencia. Es bueno recordar que las sociedades no mueren y que siempre reaccionan aunque sea cayendo en la violencia, como último refugio ante la muerte.
José Trillo Aran.

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