martes, 21 de mayo de 2013

A la víctima le llaman el "Loco".

   Durante cuarenta años lo tildaron de tipo raro, a lo sumo el más cariñoso lo llamaba "loco", con ese deje de paciencia lastimera que a él le dolía más que los insultos y los golpes recibidos en la niñez, de puertas adentro, que es donde se conocen las realidades de una vida familiar enfermiza aunque las apariencias digan lo contrario. Nos aleccionan los entendidos de las conductas humanas que en los primeros años de la vida de un niño se moldean y se perfilan las aristas y los contornos de su vida como adulto y deben tener razón, o la tienen, según creo. Es en entorno de la familia donde se puede hacer mucho daño a una criatura, los golpes y los insultos germinan con el tiempo, como una plaga que comerá la hoja, la flor y el fruto del hombre futuro. Ante un entorno hostil el niño buscará el cariño que lo alivie desesperadamente en los otros humanos cercanos, normalmente en los familiares o en los vecinos y aquí aparece lo que puede ser su tabla de salvación o el último empujón a un pozo sin fondo, del que difícilmente podrá salir. Salga o no, el daño está hecho.
    El problema es cuando en el entorno familiar suceden cosas extremadamente graves donde la vergüenza de la victima lo impulsa a callar para siempre, por el y por el que dirán se hace cómplice y amortigua como puede su dolor mientras ayuda a que nada se sepa, favoreciendo de paso al victimario. Nos sorprendemos casi a diario al escuchar a los vecinos decir... "parecía un buen hombre" cuando la policía se lleva a un golpeador o violador.
   Sin embargo hay algo que nunca se dice, ¿quienes le dieron una mano?, un apoyo, un consuelo cuando la víctima pidió auxilio, pues de una manera u otra seguro que lo hizo, una víctima se nota, por mucho que intente, ella misma, disimularlo, pero aquí aparece un grave problema social, el "no te metas", o "es asunto de familia" o "lo que pase entre cuatro paredes" y otros pretextos que en realidad se podría culpar como "negación de ayuda a la víctima". Todos por muy brutos que podamos ser, sabemos distinguir una victima en nuestro entorno diario, otra cosa es que huyamos de una responsabilidad que nos puede traer problemas. Durante cuarenta años lo llamaron "loco", "un tipo raro" que se alejó de todos los seres queridos de su entorno familiar, pero no era loco ni extraño, es que creció pidiendo ayuda a sus tíos, primero, y a sus vecinos después, y todos a su turno callaron o no vieron, unos por el bien de la familia, otros porque no era asunto de ellos, y otros porque no podían creerlo y optaron por pensar que eran cosas del loco y como era loco era pasto de las llamas de las burlas y las críticas sin fundamento, pero divertidas, y de padres a hijos se hizo una tradición familiar, y hoy, cuando todos se juntan en reuniones familiares "el loco" es el centro de las burlas y gracias a él se divierten barato contando historias que no conocen, que fabrican y agrandan, que deforman a placer para hacerlas más amenas.
   Pero el loco no está loco, simplemente se alejó de la hipocresía y la cobardía de "las buenas personas"., no sin antes decirle a la cara, al viejo patriarca familiar que ejerce de ejemplo a seguir y sostiene la moral religiosa del clan...¡fuiste un cagón!.

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