jueves, 6 de junio de 2013

A Dios rogando...

LA ORACIÓN DEL RENEGADO


Eran las tres de la tarde de un viernes de agosto y como corresponde a esta época del año e de imaginarse que se trataba de un atardecer frío y lluvioso en la capital de la república. En estos momentos me encontraba en la zona de lavado de vajilla junto con mi gran amigo y compañero de trabajo, un joven de nombre José. Juntos nos encargábamos de dejar todo el menaje listo para la atención del siguiente día. Por supuesto él es el que se llevaba la peor parte de la labor cotidiana, ya que le habían asignado el puesto de Ayudante General, era el encargado de dejar impecable todas las instalaciones de la cocina, ayudar a los cocineros, al chef , al almacenero en múltiples trabajos y finalizaba su laborioso día con el lavado de platos, cubiertos, vasos , copas y todo cuanto correspondiera al menaje del comedor. Por mi parte, yo estaba encargado de la atención directa con los comensales, que duraba hasta las dos de la tarde después estaba dedicado a ayudar a mi compañero José, secando y acomodando la vajilla en los estantes.
En estas dos horas que trabajábamos juntos, compartíamos largas y amenas charlas.
-Oye, ¿no te parece un poco irónico? –pregunto José.
-¿Qué cosa? –respondí.
-Que tanto tú, como yo, estemos estudiando computación e informática y estemos trabajando en el comedor de IBM tu haciendo de mosaico y yo de lavaplatos, mojándome en este frío. –recalco.
-Si tienes razón es un poco irónico.-alegue. - José, cuando tus patas de tu instituto te preguntan en dónde trabajas, ¿qué respondes? -Le pregunté.
-¡ah ya!, yo les digo que trabajo en IBM y no me dicen nada más, si supieran que lavo platos, en su comedor, se pondrían a vacilarme todo el día. Son más jodidos. Es que ellos si tienen buenas chambas –respondió.
-Sí, seguramente que si. ¿Tú crees que alguna vez podamos trabajar aquí en nuestro rubro? –le volví a preguntar.
-No creo. Aseguro tajantemente.
-¿Por qué lo dices tan seguro? –le interrogue.
-He escuchado, que aquí sólo aceptan a egresados de universidades privadas, como la de Lima. Nosotros somos de institutos superiores, no tenemos oportunidad alguna de entrar aquí, que no sea como lo estamos haciendo ahora, como simples trabajadores de otras empresas que le prestan servicios a IBM. –volvió a afirmar mientras acomodaba la vajilla en la maquina que lavaba los platos.
-Yo creo que te equivocas, hay que pensar positivamente. –remarque.
-No, ahí si estas equivocado, tendría que pasar un milagro para que eso ocurra en esta vida. –enfatizó.
-Entonces vamos a pedir un milagro. –insistí mientras acomodaba una bandeja llena de vasos sobre el estante.
-Ja,ja… no me digas que ya tienes vara. Por que si es así no te olvides de tu pata. Tu no pierdes el tiempo. -Respondió socarronamente.
-No no tengo a nadie aquí, te digo que no hablo de vara, sino de pedirle a Dios un verdadero milagro.-le dije
-¿Y como haces eso?-se mostró sorprendido.
-tenemos que orar. -recalqué
-¿Orar a Dios?-se extraño. Lo supe porque fruncía el ceño.
-Sí orar.-le afirme.
-¡No!, no compare, a mi no me metas en eso, eso no funciona, cuantas veces le he pedido a Dios que me cambie de chamba y ya llevo tres años aquí, lavando platos y fregando pisos, no pasa nada, no es efectivo. –lo dijo en un tono fastidiado casi al borde del enojo y el resentimiento.
-Sabes no se porque lo dices, pero a mi siempre me ha funcionado, seguramente no tenias fe. –le explique.
-No creas, lo hice muchas veces con toda la fe del mundo y he acabado frustrado.-me contesto un poco irritado.
-¡No puede ser!, Algo debiste haber hecho mal. ¿Te acuerdas lo que le pediste y como lo dijiste?, tal vez si lo repites ahora mismo te pueda decir en que fallaste. Por que dudo que lo hayas hecho bien.-le exclame.
Inmediatamente después, José se me acerco, me miro muy seria y fijamente a los ojos toco con su dedo índice mi pecho y me dijo, -de acuerdo, ¿quieres saber como lo hice?, presta atención.
Inmediatamente se coloco en medio de la habitación donde nos encontrábamos, se encontraba vestido con un mameluco blanco, unas botas también blancas de jebe, sus guantes de hule amarillos, su delantal de plástico naranja y su gorra blanca, se dejo caer de rodillas, levanto su mirada al cielo y sus brazos hicieron lo mismo. La pequeña ventana de esa habitación ilumino su rostro y sus húmedos guantes amarillos. Nunca antes lo había visto así, por unos segundos creí que estaba a punto de conocer su intima forma de relacionarse con el Todopoderoso, sentía que estaba formando parte de un éxtasis religioso o algo así. Pero todo se derrumbo cuando José clamo a gran y viva voz.
-¿HASTA CUANDO?, ¡ABUUUUUSIVO!.



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