jueves, 27 de abril de 2017

Una historia de la vida real.

Y ahí estoy yo, en la cola de la única caja que hay en el supermercado, pensando en mis cosas y entonces sin querer escucho un susurro de una mujer anciana que le dice a la cajera:
-Desesperada, mi niña, no merecíamos este dolor-
-¿No se bien que pasó doña Carmen?- Le preguntó la cajera, una chica delgada que yo creí que tenía una hermana gemela, pero no, era siempre la misma desde las nueve a las nueve. Un mes después me dí cuenta que era la misma, porque al mediodía, se cambia la blusa, se limpia la cara de todo maquillaje, y se suelta el pelo. Tal vez alguien menos distraído se hubiese percatado de que era la misma mujer, pero yo no fijo en el agua que no he de beber... ya me entiende ¿verdad?.
Doña Carmen arrimó su cabeza a la de Mariana, que es como se llama la cajera que no tiene hermana gemela y le dijo algo en voz baja. Mariana me miró como pidiendo ayuda y dijo en voz lo suficientemente alta como para que yo escuchara.
-Lesbiana y con una negra...¿que le puedo decir doñita?. Y me volvió a mirar de reojo como diciéndome ¡ayudeme don José! ¡no se que decir!.Yo le dije ¡si! con un gesto y ella aprovechó para derivarme la paciente.
-¿Escuchó, don José?, la señora tiene una hija lesbiana que se emparejó con una negra?- Y se puso a ordenar los billetes de la caja, que es un modo que tienen las cajeras de huir.
-Si escuché- y ante la mirada de la afligida mujer, yo puse mi cara de buena gente y mi voz paternal.
-No se preocupe señora... hay cosas peores- La mujer apretó con fuerza el crucifijo de plata que colgaba de su cuello, me miró a los ojos con la mirada de Trump ante un mejicano, y me espetó un balazo en forma organizada de letras, signos y espacios.
-¡No puede haber nada peor!-
Me gustó el desafió y la miré con la mirada del Che Guevara entrando en Santa Clara y agrandado y sobrador como político del PP cobrando el sobre en B, y le dije:
-Si señora, lo sé por experiencia...¡yo soy gallego, comunista y ateo!-
La mujer dijo algo inentendible, terminó de cargar la compra y salió a la calle, todo eso, en tres segundos y fracción.
José Trillo Arán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario