domingo, 30 de junio de 2013

Nuestros mundos pequeños.

   Los seres humanos tenemos la tendencia a imaginar que el mundo, es o debería ser, como cada uno de nosotros lo entendemos. De ahí ya parte el interminable mal entendido entre todos nosotros.
   Hoy estaba tomando un café en la terraza de un viejo y tradicional bar de la zona donde vivo, disfrutando de un momento de soledad y de un clima inmejorable, que se disfruta más con excelente café recién molido y un tabaco, que es otra de mis debilidades. Pero la paz no duró mucho. A mi lado, en el suelo, una niña de unos cinco o seis años jugaba con una muñeca del tipo de las Barbi, vestida de princesa y se refería a ella en su charla imaginaria como "su majestad" ¿desea algo más su majestad? le preguntó la niña a la anorexica muñeca. ¡Ya coño! fue lo que dije, en voz baja para mis adentros y que se escapó para mis afueras. En la mesa de al lado estaban sus padres, una pareja cercana a los cuarenta años, con ropas costosas, pero muy bien elegidas para dar la imagen de la clase tradicional hispana. La mujer con un dulzón tono de madre en público, corrigió a la niña "mi amor a la princesa se le llama su alteza" y me miró como buscar mi aprobación..¡Ya coño! esta vez no se salió de mis adentros y le devolví mi sonrisa dominguera que utilizó a menudo en la calle. Y me quedé pensando que compartíamos un lugar, que tal vez ellos también iban a ese bar por el excelente café, pero ¿que otras cosas podríamos tener en común? En apariencia muy pocas, si partimos de la base que si fuera por mi, haría un nudo con toda la monarquía y les daría la opción de elegir a que país lejano quisieran exiliarse. Como ya estaba en eso de pensar en las diferencias, me puse a estudiar al resto de personas que ocupaban otros mesas y a jugar a descubrir que podían ser o como pensarían esas personas. Había para todos los gustos. La conclusión final es que por fuera y sin hilar muy fino, todos nos parecemos un poco y solo nos diferenciamos cuando abrimos la boca para opinar. Mas allá de las frases cotidianas de urbanidad en las que nos unimos toda la gente que intentamos ser amables y hacer de la convivencia en un espacio "sin humo", están las que reflejan nuestro verdadero yo. Pero para un observador un poco más sutil van apareciendo leves contrastes que intentan diferenciar unos de otros, sin necesidad de abrir la boca, como la ropa y los gestos, y de estos la mirada es fundamental y muy "decidora" si me permiten el término. cuando tenga tiempo y ganas juegue a este juego detectivesco, es entretenido, podrá observar que una gran cantidad de personas viven haciendo poses teatrales que al poco rato los dejan agotados de tanto estar tiesos y metidos en el papel, como si debieran huir de la naturalidad. Es algo muy común que hace realidad aquello que de que la vida es teatro y el mundo un escenario, todos de una manera o de otra nos fabricamos un papel para representar en nuestros mundos pequeños. Este juego de observar no solo es un entretenido pasatiempo, es mucho más, no es en balde que en algunas escuelas de teatro lo imponen como un ejercicio donde hay que observar, imaginar y copiar los movimientos de cualquier persona elegida al azar, yo lo hice allá por los años setenta cuando hacía mis primeros pinitos de actor, recuerdo que una noche iba en el subte (Metro) observando a un fulano que tenía una mano y un pie deforme, observé que el pie derecho miraba para el izquierdo y la mano del mismo lado no contaba con la flexibilidad de la muñeca por lo que siempre apuntaba hacia su cuerpo, estaba tan ensimismado en copiarlo, poniendo mi mano tiesa con los dedos separados y duros que no me di cuenta de nada.
-¿Que? ¿me estas cargando (burlando)? ¡boludo de mierda!...¡hijo de puta! te voy a reventar a piñas pelotudo -"
   Apenas pude esquivar el segundo mandoble, después de cobrar un golpe con el maletín de ejecutivo que llevaba el fulano. le quise explicar que era un ejercicio teatral pero no hubo manera, el tipo estaba "recaliente" y seguía tirándome golpes como podía, por lo que no me quedó otra que darle un empujón y sentarlo en medio del pasillo del vagón y huir de ahí, porque ya otros pasajeros se estaban poniendo de parte del discapacitado ofendido, culpa de una vieja que empezó a incentivar conciencias masculina diciendo a los gritos ¡¿Qué? ¿no hay un hombre que defienda a este pobre hombre?-
   Recomiendo que observen a la gente, pero no los copien, puede ser dañino para su salud, pero se aprenden muchas cosas, como por ejemplo que la mayoría de la gente en España, está tensa, más bien tiesa como la mano del fulano que les conté, representan ante la sociedad un papel, que tal vez no sea otra cosa que el producto de una educación donde hay que parecer lo que no se es, donde la naturalidad no está bien vista. Tal vez usted descubra muchas cosas mas.
José Trillo Aran.

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