domingo, 16 de febrero de 2014

El síndrome de Estocolmo.

Según parece este síndrome se define como " una reacción psicológica de un secuestrado que desarrolla una enfermiza complicidad e incluso un fuerte vinculo afectivo con su secuestrador". O sea, en vulgar español cotidiano, que el secuestrado es un masoquista de mucho cuidado. Si analizamos la historia del hombre esta enfermedad está muy extendida, tanto que el ser humano ya llegó al extremo de no pensar en si mismo ni por cuenta propia y siente que para hacer algo o ser alguien, debe pedir permiso o consejo a su secuestrador, que es quien le da valor a la vida que lleva.
Si observamos fríamente la vida de los seres humanos nos daremos cuenta que todos sufrimos este síndrome, unos están secuestrados por las religiones, otros por las ideologías póliticas, otros por que las hormonas mandan y la gran mayoría porque el dinero los tiene atrapados, lo que da un panorama tan desolador que hay que tomarlo a risa, para no suicidarnos en masa. Como saben los que siguen este blog, siempre pongo un par de ejemplos pero nunca me extiendo en mis relatos pues considero que el lector debe poner lo suyo para que esto se complete y no reciba todo digerido, que no soy quien para darlo todo hecho como si tuviera en mi poder la sabiduría y un rosario de verdades, pero ahí va uno, sencillito y llegador. Tiene cuarenta años y nació en Argentina, criada y educada en escuela católica donde le enseñaron a respetar lo establecido, nunca fue otra cosa que una empleada de una multinacional,  mal pagada y tan prescindible como cualquiera, esta definición me recuerda las palabras de un boliviano que me dijo una vez, allá en Buenos Aires, cuando yo pensaba como lo que era, un funcionario, "vos no sos una persona ¡pelotudo!...vos sos, como yo, un número de legajo". Esta mujer del ejemplo "es obrera y de derechas" aunque el término de obrera se haya reemplazo por algo más distinguido como el de "empleada administrativa", pero se llame como se llame, no deja de ser una dependiente de los caprichos de la patronal, sin embargo ella se siente diferente, el hecho de ser blanca de piel, de origen español y el haber recibido una educación secundaria en una "prestigiosa escuela de monjas", le da los puntos necesarios para sentirse superior a un obrero de una mina o a un chofer de autobús, y como se siente diferente tiene que pensar diferente a todos esos "obreros de baja estirpe y rasgos índígenas", lo que eleva su categoría y le da cierta felicidad aunque sea una enferma del síndrome en favor de la multinacional, de su raza "europea" y de la iglesia, estas dependencias nunca las verá como una enfermedad, sino como un premio, bien merecido, por supuesto. Esta mujer odia a los pobres, se avergüenza de su existencia y los culpa de los males de la sociedad como lo es por ejemplo los robos, atracos, etc.etc, sin embargo nunca tuvo la inteligencia ni la valentía de ver porque se generó esa pobreza y todas las consecuencias nefastas que trae, primero porque nunca supo pensar y después nunca se tomo el trabajo de razonar y aceptar "que piensa como una secuestrada", que repite lo que le enseñaron. Para este tipo de personas las multinacionales no son un ejercito invasor, sino la llegada del progreso. Las religiones no son un amaestramiento masivo y calculado para dominar las masas, sino una garantía de paz y futuro. Para este tipo de personas que sienten que los blancos son diferentes y superiores, no se les ocurre pensar que eso lo pensó Hitler... ¡por Dios eso nunca! sin embargo hay muchos millones en Argentina y Latinoamérica que desearían la aniquilación de los inferiores como intentó hacer Fuyimori en Perú. Esos millones de personas piensan que yo debo estar enfermo por escribir este tipo de cosas y yo pienso que sufren...el síndrome de Estocolmo.

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