USA y la sumisión de los demás.

A USA lo suelo comparar con el antiguo imperio romano que se hicieron dueños del mundo por las armas. USA no es diferente, si sumamos las constantes invasiones durante los últimos cien años veremos con estupor que son, directa o indirectamente, asesinos en masa, superiores aún a la última desgracia humana que provocó el nazismo, y no crean que exagero, solo en Vietnam mataron a 3.100.000 de personas, usaron durante cuatro años todo tipo de bombas y cuentan que dejaron caer 40.000 toneladas de bombas tan solo en 48 horas sobre Hanoi. Tonelada más tonelada menos para matar a tres millones de personas los números deberían ser muy altos, allí se vaciaron todas las reservas del famoso agente naranja, que es tan toxico que aún perduran sus efectos. Si además le sumamos otros muertos a lo largo de los años y en distintos lugares del mundo (Yugoeslavia, Afganastán, Irak, Libia y tantos otros lugares, (que en su día subí al blog en un listado ordenado y meticuloso). Nos demuestra que el imperio es el primer asesino del mundo del último siglo, solo comparable con las matanzas sufridas en la Rusia de Stalin, que a fin de cuentas tiene poca importancia si está en el primero o el segundo lugar del horror. Tampoco este artículo va de eso, mas bien va de la sumisión de los pueblos que ayudan al imperio a seguir imponiéndose. La gente común que no tomó conciencia que USA es el enemigo de cada uno y a diario y que nos impone a la fuerza de las armas, del dinero o de la política, su estilo de vida, sus productos, sus ideas, sus multinacionales y la política internacional que los favorece, siempre a ellos. Todos y cada uno debemos de ser conscientes de esto, sino nos hacemos a la idea estaremos fomentando su continuidad y esplendor. He visto a lo largo de mi vida muchas personas que renuncian a la bandera de su país y agitan la bandera de USA, que ponen pegatinas en sus motos, que usan ropa con el escudo de USA, que copian a sus ciudadanos en usos y costumbres, que en un servilismo sin límites viven para ayudar al imperio en detrimento de su propio país, en todos los órdenes de la vida, desde la música hasta las comidas, apenas si quedan costumbres culinarias autóctonas en algunos países. Y el imperio se agranda tanto que para ellos, por ejemplo, latinoamérica es considerada "el patio de atrás" África un vertedero y Europa la socia sumisa que los copia en la medida que puede y que se siente en deuda eterna con la "ayuda" recibida contra el nazismo, lo que no deja de ser una gran mentira, porque esa cuenta se pagó hace tiempo y solo es una mentira mas que necesita la vieja Europa imperial que aún sueña con no morir. mientras la gente común, como usted o como yo, no nos vayamos haciendo a la idea de que debemos ver USA, no como un supuesto amigo, sino como el enemigo a batir, el imperio nos seguirá robando hasta la intimidad de nuestros correos electrónicos, que ya era lo último que les faltaba obtener de nosotros. El imperio no solo es un asesino sino que además es muy astuto y ayudado por los traidores y arrastrados gobiernos nacionales a logrado imponer todo lo deseado, el último invento fue la globalización que está creando graves diferencias sociales, mas aun, en todo el planeta, porque a los países se los puede atacar de muchos modos, pero uno de ellos, sutil y disimulado, es favorecer a las grandes empresas multinacionales
en todo el planeta y eso lo han hecho muy bien todos los gobiernos de USA, en una labor lenta pero sin pausa.
"Nos van a quitar hasta el gofio" me dijo un viejo canario. Y apenas doce años despúes ya hay que buscar y rebuscar mucho en los supermercados para encontrar este producto, que no es otra cosa que maíz tostado y molido y que el pueblo canario lo valora como alimento tradicional, hoy los grandes supermercados ya no se toman el trabajo de venderlo. Las grandes superficies impusieron otros productos al estilo USA y...la última gran empresa que fabricaba gofio, está a punto de cerrar. Si la gente no toma conciencia de este constante ataque terminaremos siendo un remedo falso de lo que somos, sin personalidad, sin costumbres propias, sin nacionalidad y sin dignidad.